Opinión | BRISAS

Agricultura robotizada

Hubo una larga época en la que los olivareros andaluces miraban a Italia con envidia. Era el único país productor de aceite de oliva, cuyas cosechas recibían subvención. Por fin España entró en aquel club y muy pronto la tarta hubo que dividirla entre muchos. No olvido la visita que hizo Franz Fischler, comisario de Agricultura de la UE preocupado por las subvenciones al olivar español. La ministra de Agricultura, Loyola del Palacio, supo convencerle ‘in situ’. Lo invitó a Córdoba para que se asomase a nuestros extensos olivares y convenció a Fischler. Logramos una PAC para ir tirando, pero la realidad se impuso. La subvención peligra. Muy poco disfrutamos de los beneficios iniciales. De obtener subvención por la producción se ha pasado a la decadencia. Yo conocí el mundo rural de Inglaterra en 1954. Recogí grandes patatas, en un campo de trabajo para estudiantes europeos de ambos sexos situado cerca de Lincoln. Allí descubrí que los caminos rurales estaban asfaltados y que en la hacienda donde pernotábamos había luz eléctrica; y los tractores llevaban intermitentes para ser vistos los días grises. La agricultura está cambiando desde hace tiempo y ya no es lo mismo aquí en Andalucía labrar con unas miras superadas. En la cumbre de Davos se planteó el reto de la nueva agricultura. Ya empieza a divulgarse la frase AgriTech. Proliferan los olivares superintensivos. Se van imponiendo los robots que fumigan con gran precisión. Utilizan un 90% menos de herbicida. En España los grandes ‘holding’ ya recolectan las fresas con el Agrobot. Lleva 24 brazos robotizados que funcionan ahorrando.

** Periodista

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