Opinión | HOY

La realidad

La realidad es que no hay realidad. La realidad es una eterna cola para hacer cola y marque asterisco o, en caso contrario, espere. La realidad es otra cola y otra cola y otra cola, la del frío, la del autobús, la cola para coger número para hacer cola. La realidad es la cola que sube al rascacielos desde cuya altura el pueblo va siendo arrojado para que dé la apariencia de suicidio. La realidad es el castillo de Kafka, extendido en bosques de torres y almenajes, desde donde ya no se divisa la esperanza de la libertad. La realidad es el rinoceronte de Ionesco, convertido en manadas y manadas de rinocerontes mamotretos, que pisotean todo brote que sepa a algo humano. La realidad es el escarabajo de Gregorio Samsa, que eclosiona cada día sus millones de huevos en millones de más escarabajos, cucarachas, escorpiones y ciempiés. La realidad es cientos y cientos de borregos que pasan cada día junto a un quiosco donde se exhibe sin pudor la metafísica de Aristóteles. Y de nuevo, para rematar de nuevo la realidad, otra campaña electoral. Se activan todas las ideas para matar la realidad. Palabras y sonrisas y más sonrisas, todo sonrisas, y a ver quién es el que no sonríe, a ver quién es quien no cree en el pensamiento positivo, a ver quién no se quiere arrojar por esta inmensa torre de babel, para que no digan que ha querido suicidarse a base de desolación y desesperación. No tengas miedo, hermano, porque tú y yo y todos no somos nada, sólo somos apariencias. No caigas en abrir una página web e hincharte de sonrisas, de diseños de caretas, de teléfonos de contacto. No tengas miedo; tu realidad no existe; tú sólo eres dos espejos puestos frente a frente, para mostrarte el infinito y que así vivas con la fantasía de que estás en la realidad, de que eres atendido en cada oficina, cada cola, cada dispensario. No tengas miedo; vuelve a la cola de la carne que no puedes comprar. Y más pobre de ti si piensas, y más pobre de ti si protestas al teléfono de contacto donde dicen que te atiende esa realidad a la que cada día te incorporas, creyendo que tienes realidad, que posees realidad, que eres realidad. No vivas más en el sueño de que existes; despierta, incorpórate a la cola, no pierdas tu puesto tan duramente conseguido en otra cola, otra cola, otra cola.

** Escritor

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