Opinión | El ALEGATO

Valor y precio

Ocurrió hace unos cuantos días y vino a recordarme que por más que nos engañemos diciéndonos que no dejamos que el avance del tiempo y de las nuevas tecnologías nos tome la delantera, lo decimos porque somos sabedores de que ya nos superó.

Tuve que desplazarme a Madrid por razones de trabajo. Como quiera que mi AVE llegaba demasiado pronto (no me gusta correr riesgos que me hagan llegar tarde y poder perder un juicio por incomparecencia letrada), decidí que aprovecharía para tomar un café en alguna de las cafeterías de los Juzgados de Princesa y luego me daría un paseo por la plaza de España, así movería las piernas y de paso aprovecharía el sol que lucía espléndido ese día.

Nada más entrar en la plaza de los Cubos, salían de Cines Renoir varios colegiales uniformados de no más de diez años de edad. Dirigiéndose a mí un grupo y casi cortándome el paso, uno de ellos me interpela sobre algo. No creyendo escuchar lo que estoy oyendo, le digo por favor que me repita: «¿Qué cuánto cuesta lo que lleva usted?».

Pensé que era una cámara oculta, y en el intento de dar una respuesta original y a la par aleccionadora, a punto estuve de decirle que no podía responderle porque mis conocimientos y experiencia no eran valorables económicamente, no obstante me limité a sonreír y decir «no sé».

Pasados unos minutos recapacité sobre el motivo de la pregunta y caí en la cuenta que la misma la ocasionó una cartera de una conocida marca que llevaba, regalo de una clienta, así como un chaquetón de piel «acrílico» heredado de un familiar. Tanto me intimidó aquel inesperado interrogatorio que me hizo repasar de pies a cabeza todo mi atuendo, concluyendo que no llevaba nada más que pudiese generar confusión sobre una capacidad económica acorde a la media poblacional. Ante la duda, decidí prolongar mi estancia en la cafetería, pedir otro café y desistir de mi paseo por la plaza de España.

Al llegar a Córdoba y relatar a mi hija lo sucedido, esta, aguantando la risa, me dijo: «¡Mamá, esa pregunta es de un Tik-Tok!». Me explicó que está de moda grabarse con prendas de varias marcas conocidas e ir diciendo al público lo que vale cada cosa que llevas puesta.

Doy gracias por mi ignorancia y desfase tecnológico porque conocida es la peligrosidad de las abuelas de provincias, que tenemos el Tik-Tok «de lo que vale un peine» en el ADN.

* Abogada laboralista

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