Opinión | COSAS

El tamamazo

Se ha hablado en estos días de que Ramón Tamames puede encabezar la moción de censura de Vox

«Azo» es un sufijo muy ilustrativo que solemos reservar a sucesos sorpresivos y mayúsculos. Un notición es un bombazo, igual que los sorteos de la ONCE se hicieron exponenciales gracias al cuponazo. La derrota más dramática de la selección brasileña se fraguó en el Maracanazo, y el revuelco eurovisivo después de tantos años caninos bien que se llamó Chanelazo. Aquel célebre transfuguismo en la Comunidad de Madrid se perpetuó como Tamayazo. Y es precisamente su acercamiento, su confusión lingüística, lo que puede dificultar que prospere este novedoso asunto con querencia a zarandear nuestro asombro. ¿Habrá, o no, Tamamazo?

Se ha hablado mucho en estos días de que Ramón Tamames puede encabezar la moción de censura de Vox. Aquí no nos movemos con los bulos estrambóticos que por un momento situaron a Jorge Javier Vázquez en la parrilla de salida electoral de una candidatura del PSOE. El propio Tamames se ha hecho querer como protagonista de esta insinuación, un apóstol pensionista que con el otro Santiago -el de la barba de Adelantado de Indias- pretende cerrar España.

Tamames cumplirá 90 años el próximo noviembre. A esa edad, los cardenales ya no pueden ser papables. Aunque don Ramón, con esas gafas de impronta opusiana, desde hace mucho tiempo ha tenido el aspecto de un Príncipe de la Iglesia. Pero es obvio que no ha sido la edad el principal yacimiento de inspiración para los articulistas. La gerontocracia no es una opción política de la Antigua Grecia o un prejuicio dadaísta, y los demócratas norteamericanos siguen cruzando los dedos para que Biden aspire a su segundo mandato con la estela carismática y chocheante de Reagan. El morbo se centra en la maceración de la transformación del ideario político. Tamames casi peinó la peluca caoba de Santiago Carrillo y fue uno de los ápices del partido Comunista en esos tiempos legendarios para el PCE, en los que las expectativas aún primaban por los resultados. Casi tanto como un principio biológico, la edad nos vuelve más conservadores. Lo meritorio es comportarse como salmones, cual es el caso de Herbert Marcuse, Bertrand Russell o, si me apuran, ese tal Juan XXIII, Pontífice de silla gestatoria y camauro y del que nadie apostaba para impulsar el aggiornamento de la Iglesia.

Llama no obstante la atención ese acelerón hacia el otro lado del espectro político. Nada de travestismo, podría decir Tamames, invocando a las orteguianas circunstancias del yo; o la propia derivación ideológica de muchos santuarios del proletariado -véase el cinturón de Marsella que hoy es el santo y seña de Marine Le Pen-. Vox apuesta con Tamames a una suerte de Puente de los Espías, intercambiando el camino inverso de un Jorge Verstringe, que pasó de la estética pangermánica cercana al III Reich, al indumento casual y no precisamente barato de los planetas exteriores de la izquierda.

Ramón y cierra España: a Tamames seguramente le ha primado el ego. Tiene todo el derecho del mundo a blandir su discurso cual última carga ligera y departir con los fantasmas del hemiciclo. Ver a Pasionaria y Alberti cogidos de la mano para no caerse por las escaleras que conducen a sus escaños y sentir vítores y desprecios intercambiados, en ese desquite de gloria que, para la gobernanza de España, no irá a ninguna parte. Posiblemente, el Tamamazo sea una nota a pie de página en el diario de sesiones, la pica en un Flandes de hoces y martillos por parte de un partido esotérico.

*Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor

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