Opinión | ENTRE VISILLOS

El Arqueológico, de enhorabuena

Tras una larga espera, el gran museo cordobés no cesa de recibir buenas noticias

Tras largos años de hibernación administrativa -que no de actividad cultural-, el Museo Arqueológico de Córdoba, uno de los mayores tesoros patrimoniales de la provincia, no cesa de recibir buenas noticias. La última ha sido la elevada cosecha de visitas recogida el pasado año, que lo sitúa a la cabeza de los museos gestionados por la Junta después de la Alhambra de Granada, según estadísticas de la Consejería de Cultura. Pero la buena racha viene de antes, y ya era hora tras más de una década de espera; la que media desde la inauguración de la nueva planta en el 2011 y el impulso que este año por fin dará el ministerio a la rehabilitación del Palacio de los Páez de Castillejo, la sede renacentista --ahora cerrada salvo los patios de entrada-- a cuyo costado creció el edificio moderno. Una ampliación de noble traza acorde a los cánones museísticos más actuales, pero tan insuficiente para dar una mínima cuenta de los ingentes fondos del centro que, aparte de los restos del teatro romano que duermen en su seno, muestra menos del 1% de la colección que se exponía. Y aun así no deja de atraer visitantes la muestra temporal llamada ‘Córdoba: encuentro y cultura’, pensada para durar dos años --y van doce-- por no perder el contacto con el público mientras se ejecutaba la segunda fase.

Pero todo llega. Tras el aperitivo, nada desdeñable, de ver la fachada del edificio histórico libre de los toldos que la cubrían una vez concluida el pasado año su restauración, se anuncia el plato fuerte. Y este es el próximo inicio de las obras en su interior. De momento, como las cosas de palacio van despacio, se ha adjudicado en concurso público al arquitecto Fernando Pardo --que ya demostró su buen hacer en el Museo de la Aduana de Málaga-- el proyecto de rehabilitación para sede expositiva permanente de la noble casa, adquirida por el Ministerio de Educación en 1942, y en la que tanto trabajaron en su día Félix Hernández, que la inauguró veinte años después tras su adaptación a museo, y luego la recordada Ana María Vicent. Finalizada la redacción del proyecto, se sacará a concurso la ejecución de la obra, que se calcula en principio para cuatro años. Esta segunda fase de la reforma hará visitable un yacimiento romano al aire libre de cerca de 900 metros cuadrados, ubicado en el patio Norte, aunque también se intervendrá en el patio III y en el de la Noria. Tras su consolidación estructural, es prioritaria la conexión de estas áreas arqueológicas con la de la planta sótano del edificio nuevo, los deslumbrantes vestigios del teatro romano. El objetivo es la integración funcional en un solo recorrido expositivo de todo un conjunto monumental que ya es de por sí un museo vivo, con independencia de las piezas que albergue.

Y el Arqueológico guarda colecciones de excepcional valor histórico, con piezas que abarcan desde la Prehistoria hasta la Baja Edad Media, algunas cedidas ahora para la magna exposición ‘Cambio de era’. Casi todas se conservan en el Silo; las más grandes, unas 10.000, en paletización, y las demás en 35.000 cajas. Un inmenso material para el que también hay buenas noticias, pues al edificio que sirve de depósito desde el 2005 se unirá otro sobre un solar anexo ofrecido por el Ayuntamiento. Esto aportará una nueva área de investigación y la posibilidad de hacerla visitable por el público. Porque el almacén es tan museo como el de la plaza de Jerónimo Páez. Y custodiándolo todo está su directora, María Dolores Baena, tan identificada con la tarea que desde hace dos décadas funde el devenir del Arqueológico con el de su propia vida. Que siga la racha.

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