Opinión | al paso

Juanma Moreno

Hablemos de Juanma Moreno: cuando este muchacho salió, tengo que reconocer que no me causó ninguna sensación. Bueno, miento, me dio una imagen frívola. Me dije: «este es un pijo más». Sin embargo, fui observando esta nueva figura política, con mesura y sin mala leche y lo primero que concluí es que estábamos ante una persona con una cualidad fundamental para convencer: tenía unas formas suaves y amables. Sí, porque sus maneras mostraban una tranquilidad semejante a la brisa del mar. Porque Juanma Moreno sobre todo transmite calma. Tanta naturalidad, --y disculpen, pero esto es algo que a lo que los conservadores no nos tienen acostumbrados-- le hizo ganar mediante pacto y luego, en muy poco tiempo, remató esa gran faena política con mayoría absoluta . Con lo difícil que es la plaza andaluza para la derecha y con la de años que se tiró el pobre de Javier Arenas que se le puso hasta el pelo blanco del todo. Tarea complicadísima en una tierra históricamente de izquierdas. Pero esa izquierda, que entre tanta rencilla interna subestimó a Juanma Moreno, debería aprender que, como en los primeros tiempos de la democracia, una sola persona puede ilusionar a la gente más que un partido entero. Y es que Moreno tiene unas hechuras y un acento tan de por aquí abajo, que bien pareciera hasta un candidato nacionalista andaluz. Yo, cuando lo vi hablar en la inauguración del museo de Camarón supe que estábamos ante un hombre inclusivo. Y eso, de entrada, es muy importante. Luego, acostumbrados a esta política insensible que hace leña del árbol caído y que a veces no puede decir lo que piensa porque no conviene a las urnas o las directrices, lo vi defendiendo que Griñán no fuera a prisión por su enfermedad, a pesar de estar condenado. Juanma, por humanidad, se mojó hasta el hueso con una afirmación por el rival político, inédita en la historia de la corrupción política española. Y es que, por humanidad, sí se puede hasta cuestionar la independencia de los jueces. Y podía haber eludido ese tema y hubiera quedado tan bien. Pero le dio pena de que una persona mayor, que quizá su delito fue no estar pendiente de todo, todo lo que debería, terminara su vida entre rejas aquejado de una enfermedad que tiene a buena parte de todos los hogares andaluces por la calle de la amargura. Esa intervención me hizo ver que el presidente andaluz es un ser humano con la sangre roja y no azul. Os contaré una confidencia: hace poco, un amigo mío de izquierdas de toda la vida y que en su día llamaba a la derecha «puta derecha» me dijo: «Marquitos, he votado a Juanma Moreno». Por eso, desde aquí le hago un ruego a nuestro máximo representante: el pueblo andaluz te respeta y está ilusionado contigo. Déjate la piel. Salgan las cosas mal o bien, déjate la piel. Y cuida que no surja ni un solo caso de corrupción en tu gobierno. Y mientras tanto, adelante y orgulloso de tu tierra. Mira que Andalucía es España y lo demás, tierra conquistada.

*Abogado

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