Opinión | PASO A PASO

Burocracia

La gran mayoría de los padres y madres comprometidos con la educación obligatoria de sus deudos siempre han mirado a los maestros y maestras de sus hijos como la otra pata de la silla sobre la que se asienta el buen progreso y desarrollo de la educación integral de los que un día están llamados a ser hombre y mujeres de provecho. Lo mismos que la misión de los progenitores, la de los educadores tiene una componente no sólo técnica y científica, sino creativa, de aptitud, vocacional. Muchos cuando vemos la pujanza de las aulas de esos niños y niñas en pleno desarrollo nos acordamos de los docentes y en la mayoría de los casos siempre acabamos con la misma exclamación: «para ser maestro o maestra hay que tener vocación». Pero precisamente esa vocación se ha de ejercer desde una lógica gestión del tiempo: el que se pasa en contacto directo con los alumnos y su educación, y el que el educador necesita para, en ese laboratorio de su caletre, establecer las estrategias y tácticas, generales e individualizadas de la clase y todos sus alumnos y alumnas. Dicho así parece simple, pero es extremadamente complejo. Si no que se lo digan a cualquiera que tenga que bregar con niños en general. No solamente el maestro necesita estar centrado en esta sacrosanta tarea, sino que lo necesitan que lo esté los alumnos y los padres, pues está en juego el buen fin de la educación. Pero hay algo bastante más prosaico y desquiciante que mantiene a los maestros y maestras con una mano atada a la espalda y es la burocracia excesiva y prolija cuyo fin se contrapone al propio bien que pretende proveer. A saber el pleno rendimiento del binomio alumno-profesor. El plan «Todos al Aula»: Ministerio de Educación, ha lanzado contundentes iniciativas para desburocratizar el sistema escolar. Aunque hasta la fecha los maestros siguen encenagados de papeles hasta virtuales.

* Mediador y coach

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