Opinión | EDITORIAL

Ucrania, tanques y economía

Desde el Foro de Davos se aventuran pronósticos incompatibles conuna escalada bélica

Un tanque Leopard 2 A7 del Ejército alemán durante unas maniobras de la OTAN en Münster, en el norte del país.

Un tanque Leopard 2 A7 del Ejército alemán durante unas maniobras de la OTAN en Münster, en el norte del país. / REUTERS

Las presiones sobre Alemania para que transija en el envío de tanques Leopard a Ucrania no han dejado de crecer desde la apertura el martes del Foro Económico Mundial de Davos, y alcanzaron su máxima expresión en la reunión en la base estadounidense de Rammstein de 50 países que apoyan a Ucrania. La coincidencia en pocos días del avance ruso camino de Bajmut, de la intervención de Volodímir Zelenski, de la táctica de tierra quemada de los mercenarios de Wagner y del amago de Polonia de enviar tanques Leopard a Ucrania sin autorización de Alemania han avivado el debate en Occidente. Entre tanto, el canciller Olaf Scholz se ha resistido a dar el paso tenido por más crucial en el compromiso de la OTAN y de la Unión Europea de ayudar a Ucrania a defenderse y a repeler al invasor. El temor de Alemania, manifestado en diversos foros, es que Vladímir Putin interprete que la entrega de los Leopard a Ucrania cambia la naturaleza de la ayuda militar procedente de los socios de la OTAN al entender que son un arma ofensiva y no defensiva. Al mismo tiempo, varias encuestas reflejan una división tajante de la opinión pública alemana: el 43% de la población es contraria a incrementar el tipo de ayuda a Ucrania y el 48% está a favor.

La decisión de nueve países, entre ellos el Reino Unido, de suministrar carros de combate al Ejército ucraniano no cierra la discusión porque los alemanes y estadounidense Leopard y Abrams son los que disponen de una tecnología superior y parece capaz de romper el equilibrio en una guerra de desgaste. La previsiones de estancamiento de los combates y de una reactivación al llegar la primavera explican por qué Kiev urge ahora el envío de tales vehículos para disponer dentro de unos meses de una mayor capacidad de respuesta sobre el terreno. 

Cuando los partidarios de suministrar los Leopard a Ucrania lo presentan como un medio destinado a obligar a Putin a negociar el final de la guerra, soslayan el hecho de que es igualmente posible que le llevara a subir un peldaño más en su guerra de conquista. La OTAN se ha cuidado hasta hoy de evitar que tal cosa suceda, lo que hace aún más comprensibles las reservas alemanas y de algunos aliados que creen que medidas destinadas a forzar un alto el fuego pueden, por el contrario, desbocar todavía más el conflicto. En este sentido, resultan tan significativos los requerimientos a Alemania para que ceda como las manifestaciones en Davos relativas a un 2023 económicamente mejor de lo esperado si se mantienen bajo control los riesgos de escalada. Algo que los gobernantes europeos deben tener en cuenta para dar el paso siguiente: descartar por poco realista una posible victoria por las armas de Ucrania y limitarse a aspirar a que Rusia pueda aceptar una paz con concesiones, aunque la tentación de verla enfangada en un conflicto indefinido pueda ser tentadora para los intereses estratégicos de más de un país (pero no de los de la economía mundial y mucho menos de las víctimas civiles del conflicto). 

Porque el ahondamiento del conflicto y aún más la posibilidad de que a partir de él se consoliden aún más dos bloques en los que una Rusia debilitada acabe en la órbita de Pekín acercarían aún más otro de los peligros de los que se ha alertado en Davos: el incremento y polarización a partir de la brecha EEUU-China y la ampliación de la actual guerra energética a nuevos pulsos en el terreno de las energías verdes y las materias primas. 

Suscríbete para seguir leyendo