Opinión | foro romano

La aventura de la Cuesta del Reventón

Joaquín Alberto Nieva sustituye como deán a Manuel Pérez Moya, con el que viví en su Seat 133 una tormenta en Añora

Un senderista descansa junto al sendero restaurado de la Cuesta del Reventón mientras observa pasar a un ciclista.

Un senderista descansa junto al sendero restaurado de la Cuesta del Reventón mientras observa pasar a un ciclista. / Manuel Murillo

Una cosa es conservar las ganas de subir la Cuesta del Reventón, por las Ermitas -que ha arreglado el Ayuntamiento de Córdoba- y otra, como le ocurre a Rosario, del número once de la calle Caravaca de la Cruz, despertarse creyendo que no estaba en su casa: después de años de espera le habían puesto ascensor a su vivienda. Y es que el senderismo, lo mismo que el Camino de Santiago, son esas opciones persistentes de una sociedad que vive mimetizada para no desentonar con su alrededor y dar los diez mil pasos diarios que manda el móvil. Pero subir a un cuarto piso a cierta edad por las escaleras no es mimetismo ni deportividad sino suicidio. El calvario que sufren algunas familias para tener un ascensor indica que todavía Córdoba vive dividida en el reparto de sus ventajas. Esa, sin embargo, es la ventaja de quienes viven en la despoblación, en la España vacía donde no es necesario ascensor alguno para subir a un cielo sin estrellas. Entras en Fuente la Lancha y la belleza de sus calles, en soledad persistente, te aisla del presente sin movimiento y te transporta a los tiempos del bandolero Juan Palomo, que tuvo su cuartel en la llamada Casa Grande, que robaba a los franceses y se escapaba al río Guadamatilla, a varios kilómetros del pueblo, por una galería oculta cuando se sentía asediado.

Como van las cosas, seguro que este pueblo, de menos de 400 habitantes -como El Guijo, donde nació mi cuñao Rufino que ahora vive en Cataluña, y que se quedó sin servicios bancarios-, renacerá un día con el turismo -que ahora lo es todo, según Fitur- después de haber puesto en escena al bandolero para cuya actuación habrá que haber sacado previamente la entrada correspondiente. Paseas por sus calles y no percibes el sonido de alguna conversación de bar, porque ya no los hay, aunque esta soledad te posibilite lo que no te ofrece este tiempo de móviles, pantallas y redes sociales: espacio para el pensamiento. Lo mismo que ha empezado a hacer El Reino de Agartha, la nueva librería de Córdoba que ha abierto en la calle Claudio Marcelo, por donde los romanos construyeron uno de sus templos y el circo, en este tiempo en que la Diputación ha decidido centrar su plan de sostenibilidad en la Córdoba romana, «un proyecto vertebrador para la provincia». Nunca debemos olvidar que Córdoba es un espacio que fue romano, visigodo y árabe y que nosotros, en este caso la belleza de las mujeres andaluzas, proviene de esas culturas. Como tampoco se olvida, como recuerda Anna Freixas, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Córdoba, que «nosotras hemos sido una generación que venimos de un espacio negro marcado por la Iglesia, la religión y el franquismo». Pero tampoco olvida la Iglesia una de sus principales, parece ser, prioridades: la de sus posesiones.

Joaquín Alberto Nieva, el nuevo deán que preside el cabildo catedralicio -que ha sustituido a Manuel Pérez Moya, en su día cura de Villaralto, con el que viví en su coche, un Seat 133, una tormenta con Añora al frente y una música clásica que parecía que tocaban en los cielos, que escribió en la revista El Jardal, «información villaraltera, ácrata y sin padrinos», cuyos números ha editado la Diputación y el Ayuntamiento de mi pueblo en un libro facsimil de más de 700 páginas-, digo, que el nuevo deán ha estrenado su cargo recordando que la Mezquita-Catedral es de la Iglesia, y que el obispo, Demetrio Fernández, se ha encargado de apostillar sin ambajes: «Este templo es nuestro». Aunque hay un matiz en las palabras de monseñor: «La Catedral es nuestra según las leyes» dice, sin pronunciar la palabra mezquita. En un tiempo en que las caras de arcilla vuelven a aparecer, muere Gina Lollobrígida y los dermatólogos y peluqueros avisan que hay que desinfectar para evitar la tiña por los rapados de los jóvenes, conocidos como degradados, muy de moda. Cuando la Asociación Córdoba Futura, que sostiene la idea de que una Córdoba mejor es posible, según su presidente Manuel Pérez Yruela, cumple quince años de actividades, a las que pretenden acercar a los jóvenes. Para que se suban a algo parecido a la aventura de la Cuesta del Reventón pero con el esfuerzo de a pie, nada de ascensores, que son para Rosario, de Caravaca de la Cruz, 11 y 40 edificios más.

Suscríbete para seguir leyendo