Opinión | cielo abierto

Lola

«Puede ser que te guste poco o nada, pero no te produce indiferencia porque sigue mirándonos de frente»

Lola Flores nos sigue cautivando cien años después de haber nacido. No es algo que se pueda evitar, sino una especie de monolito de sangre y de tejidos que está ahí, que nos sigue forzando a descubrir hebras salvajes con que tejer la vida. Puede ser que Lola te guste poco o nada, pero no te produce indiferencia porque sigue mirándonos de frente, con sus ojos de fiebre hechizadora, mientras mueve los brazos como sauces de una fiera alegría. Esos dedos que caracolean, su primera existencia arrebatada con Manolo Caracol, ese niño prodigio del flamenco que deslumbró a García Lorca y a Manuel de Falla en el primer Concurso de Cante Jondo de Granada. Lo de ellos fue una noche intensa y sensual de alcoholes formidables, cuando la pareja componía esa superación de un abismo vital: el de un país que venía de acabar una guerra con demasiados muertos en las dos cunetas. ‘Zambra’ se llamó aquel espectáculo que luego dio lugar a una película bastante legendaria: ‘Embrujo’, en 1947. En uno de sus viajes veraniegos ese mismo año, la tarde del 28 de agosto, camino de Madrid, Lola siente un pálpito de angustia y hace que Caracol detenga el coche. La carretera cruza una dehesa quemada por el sol. Caracol le pregunta qué le ocurre y Lola dice que le ha venido un ahogo pensando en Manolete, que algo le ha tenido que ocurrir. Cuatro años después estrenarán otra película: ‘La niña de la venta’. Pero ya bailan y aman también por separado. Caracol se va empequeñeciendo y Lola solo empieza a dispararse antes de ser galaxia. Más allá de la gracia, la libertad suprema de existir: probarlo, sentir todo, y entender la familia como piel ancestral. Ese amor a los hijos, ese llevarlos dentro y fuera de sí misma. Ha escrito una novela sideral sin que pueda extinguirse la llama de su vida. No es ya belleza, no es cuestión de voz ni lo es de danza: es la plasticidad de una pasión convertida en verdad. Esa carne de fuego sobre la zarza en baile que no arde, y sin embargo quema.

*Escritor

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