Opinión | al paso

Mirar de frente

Yo creo que resulta demasiado fácil criticar al que gobierna, sin dar alternativas e intentando trasladar a la opinión pública que la oposición resolvería el problema como por arte de magia. Pero no hay magia en política y cuando parezca que la haya, les aseguro que se confunde magia con corrupción. Porque en política puede haber suerte como todo en la vida, pero nunca magia sino pericia y trabajo. Es verdad que hay políticos con chispa, pero esa chispa suele ir acompañada de cualidades tangibles que no forman parte de metafísica alguna. Por ejemplo, Sáez de Santamaría tenía chispa, pero esa chispa acompañaba a un currículo envidiable. Ningún cantamañanas puede tener chispa. Y últimamente, las oposiciones a los gobiernos están sobradas de reproches, pero de pocas proposiciones. Se critica que el Gobierno pacte con Bildu como si no fuera una opción socialmente casi obligada, porque Bildu, una vez deja de matar, representa a una mayoría del pueblo vasco. En el Congreso no se para de achacar a Sánchez que pacta con los asesinos. Es decir, llaman a los de Bildu asesinos porque son ambiguos cuando no condenan explícitamente los atentados. Yo creo que no condenar los atentados de ETA es repugnante y con esta opinión hay que ser consecuente; pero en todos los frentes. Porque por esa lógica de la oposición, a ver como llama a las cerca de 30.000 personas que se manifestaron para apoyar beneficios penitenciarios para presos etarras. Y esta parte de pueblo ¿Que es para la oposición? La hipocresía política responderá con silencio porque el interés electoral impide opinar para afirmar que esa manifestación de apoyo a presos etarras, que mataron a 800 personas abanderando una estúpida exigencia de libertad que les sobraba y encima gozando de un concierto económico privilegiado que rompe la solidaridad del Estado, es vomitiva y tan criticable como que el Gobierno pacte con Bildu. Pero no se puede negar que esa manifestación es una realidad social mayoritaria allí que ya no mata y hay que convencerla de que está equivocada. Y esa realidad social pudiera ser el motivo de estar obligados a escuchar a Bildu. Entonces, criticar el pacto con Bildu y a la vez eludir analizar socialmente la multitudinaria manifestación del pueblo a favor de los presos de ETA, es, simple y llanamente, una contradicción que resta credibilidad y honorabilidad a la oposición. ETA ha dejado de matar y hoy el nacionalismo vasco y antiguo terrorismo quiere romper el Estado, reitero, porque lo exige su realidad social. Así que ya no se requiere combatir al terrorismo con las fuerzas de seguridad del Estado sino conciliar esa realidad social equivocada con la sabiduría de la política brillante. Por tanto, pactar con Bildu puede ser rechazable pero coherente. Lo que no es coherente es llamar amigo de los asesinos al presidente del Gobierno por pactar con Bildu y luego cambiar de acera cuando se ve venir una manifestación a favor de los presos etarras cuando lo que se requiere, si no cortarle el paso por aquello de la paz social, sí es mirarla de frente y pararla. Y convencerla de que está equivocada. Pero ignorarla es lo mismo que apoyarla. Así que me pregunto: ¿Quién es amigo de quién?

*Abogado

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