Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Ginkgo, el árbol sagrado en Córdoba

Considerado como un «fósil viviente», se ha salvado de la extinción gracias a su cultivo en los monasterios chinos

El ginkgo, árbol sagrado o árbol de los cuarenta escudos (‘Ginkgo biloba’), ha embellecido nuestro entorno urbano durante finales del otoño por la tonalidad de sus hojas. Este árbol, considerado como un «fósil viviente», se ha salvado de la extinción gracias a su cultivo en los monasterios chinos durante milenios. Se trata de una de las especies que ha vivido en la Tierra por un periodo más prolongado de tiempo. Según estudios científicos, el origen de esta especie tuvo lugar al final de la Era Paleozoica, durante el periodo Pérmico, hace unos 280 millones de años, conviviendo con los helechos arborescentes, plantas sin semilla que dominaban el paisaje durante aquel tiempo. A principios del Pérmico ocurrió una de las mayores extinciones masivas en biodiversidad sobre el planeta. Existen distintas hipótesis sobre los posibles motivos que la causaron, pero se tiene constancia de que uno de ellos pudo ser la coincidencia de este periodo de tiempo con la unión casi completa del Pangea, y por lo tanto con un incremento de aridez global por la continentalización del planeta. Fue al final del Pérmico cuando surgieron nuevas formas de vida que pudieran resolver mejor las nuevas condiciones ambientales a las que se vieron expuestas. Fue, entonces, cuando surgieron las plantas con semilla o espermatofitas, especies menos exigentes de humedad frente a los helechos arborescentes. Las primeras plantas con semilla fueron gimnospermas, nombre que proviene del griego como «semilla desnuda», es decir, plantas con semillas sin la protección que ofrece la flor y el fruto, como ejemplo, las coníferas. Las plantas con flores (angiospermas), surgieron algo más tarde, durante el periodo del Cretácico inferior (145-100 millones de años), como un paso más en la evolución. Durante la Era del Mesozoico (desde 250 hasta 66 millones de años), conocida como Era de los Dinosaurios, fueron las gimnospermas los vegetales terrestres dominantes. Sin embargo, desde el Cretácico inferior estas especies han estado sujetas a la ventaja competitiva de las angiospermas, reduciéndose en gran medida su número hasta el presente. Hoy en día, las plantas con semilla comprenden unas 760 especies de gimnospermas y, al menos, 250.000 especies de angiospermas. Las gimnospermas vivientes más numerosas y conocidas son las coníferas, filo Coniferófitos, donde se encuentran, por ejemplo, los pinos, cedros, cipreses, abetos, entre otros. Sin embargo, otros filos están hoy representados con un número muy reducido de especies: Cicadófitos, Gnetófitos y Ginkgófitos.

En el caso de los Ginkgófitos, ‘Ginkgo biloba’ es la única especie viva de todo el filo, siendo ésta la especie más antigua que se ha salvado de la extinción gracias al uso del árbol como ornamental, no solo por su belleza, sino por ser resistente a la contaminación y a temperaturas extremas. Por otro lado, cuenta con principios activos utilizados tradicionalmente en medicina; hoy en día se presenta mucho como medicina alternativa para un sin número de enfermedades. Se trata de una planta que ha persistido sin cambios durante tantos millones de años que hoy en día se presenta como un «fósil viviente», como se ha comentado anteriormente. ‘Ginkgo’ es uno de los pocos géneros de gimnospermas con hojas caducas, hojas que tienen un atractivo muy especial, siendo éstas más parecidas a las hojas de ciertos helechos que a las de sus familiares coníferas dentro de las gimnospermas. Sus hojas tienen forma flabeliforme, es decir, forma de abanico, con dos lóbulos que, cuando llega el otoño, adquieren una tonalidad de color amarillo que atrae nuestra atención cuando paseamos por nuestros espacios urbanos. Su atractivo se pone en evidencia con uno de sus nombres comunes, «árbol de los 40 escudos».

Al parecer, este nombre hace referencia al muy elevado precio que se llegó a pagar por este árbol en 1788 para el jardín botánico de Montpelier. Como planta gimnosperma, el ginkgo no tiene fruto; sin embargo, sus semillas desnudas están cubiertas por un grueso arilo carnoso con ácido butílico que, al descomponerse, atrae a pájaros por su sabor dulzón para su dispersión, generando al mismo tiempo un olor rancio no agradable para nosotros. Por este motivo, estas semillas carnosas serán difíciles de observar en nuestro entorno, dado que, al contar esta especie con pies masculinos y pies femeninos de forma separada, son los árboles masculinos los que se usan como ornamentales. Sin embargo, al parecer, estas semillas se usan en algunas cocinas en Asia.

Hasta hace relativamente poco tiempo, el ginkgo estaba poco representado en nuestra ciudad. Recuerdo cuando era estudiante y nuestro profesor de botánica nos decía, donde debíamos ir para poder observarlo. El árbol que recuerdo es el que se encuentra en los Jardines de la Agricultura, más conocido como Jardines de Los Patos. Recientemente ha sido introducido en el Vial Norte y en otros lugares de la ciudad donde podemos observar mejor a nuestro cercano fósil viviente.

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