Opinión | Aprender para contar

Más de cien soles cerca de mí

Relato de un paseo, coincidente con el solsticio de invierno, por el nuevo IES de Miralbaida

En el solsticio de invierno, el día 21 de diciembre, me pasó algo muy especial y que les quiero contar. Ese es el día más corto del año y con él empieza el sol a ganar terreno y alumbrarnos más y más horas hasta que llega a su máximo, en el día más largo, que sucede en el mes de junio, en el solsticio de verano.

La tierra gira alrededor del sol en una órbita que es casi circular; en los 365 días que tarda en dar la vuelta completa, el planeta está prácticamente a la misma distancia de nuestra estrella favorita, ya sea invierno o verano, o sea que las estaciones no tienen que ver con nuestra distancia al sol. Además de rotar alrededor del sol, la tierra gira sobre sí misma cada 24 horas y lo hace con un eje de rotación inclinado 23,4 grados respecto al plano de su órbita alrededor del Sol. Esta inclinación hace que los hemisferios norte y sur reciban cantidades desiguales de luz solar a lo largo del año y es la responsable de las estaciones.

Cada año hay dos solsticios: uno en diciembre y otro en junio. En diciembre por la inclinación del eje de la tierra, el hemisferio norte recibe menos tiempo de luz solar. En el día del solsticio la inclinación del Polo Norte con respecto al Sol es máxima, y este acontecimiento marca el día más corto del año, el solsticio de invierno. El efecto es mucho menor en las zonas de la tierra próximas al ecuador; cerca de los trópicos el día más corto es solo algo inferior a 12 horas; en la zona templada, es bastante más corto y dentro del Círculo Polar Ártico disfrutan de la noche polar, en la que el Sol no llega a verse.

A lo largo de un año el Sol se mueve lentamente a lo largo de un eje norte-sur. Tras alcanzar su punto más septentrional en el solsticio de junio, comienza a desplazarse hacia el sur y en el solsticio de diciembre, que marca el punto más meridional de su recorrido, se detiene de nuevo para reiniciar su viaje de regreso hacia el norte. Y de ahí viene el nombre solsticio, de las palabras latinas, «sol» y «sistere» que significa «permanecer quieto».

Pues ahora, retomo lo que les quería contar. El 21 de diciembre, el día del solsticio de invierno estuve en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) en Miralbaida que pronto llevará -ya de modo oficial- mi nombre.

El centro está en una zona por la que Córdoba se está expandiendo, muy bien organizada, con un urbanismo bien pensado y equilibrado en el que los espacios ajardinados y las amplias avenidas con anchas aceras conectan las viviendas de edificios amplios, modernos con diseño luminoso, muchos de ellos todavía en fase de construcción. Es el IES para la juventud de varios barrios, el Parque Figueroa, Miralbaida, Las Palmeras y Poniente Norte, de reciente construcción. Una mezcla muy interesante y diversa que configura un centro especialmente rico, moderno y con futuro. Me invitó a visitarlo el equipo directivo que está ilusionado y trabaja con muchísimas ganas por hacer de ese centro un referente de la Córdoba futura. Hace mucho que no tengo el privilegio de tratar con un equipo tan preparado para guiar el futuro de nuevas generaciones. Realmente impresionante. Llenos de ideas, de propuestas, encantados con el alumnado, deseando implicar a sus familias; ejemplares diría yo.

Estuvimos viendo las nuevas instalaciones que son de primer nivel. El edificio en sí es muy amplio, distribuido en tres plantas, con un diseño actual y sobrio. Yo diría que clásico en su modernidad. Todos los espacios dan al exterior, con zonas amplias para jugar y para hacer deporte y además rodeado por espacios verdes del barrio.

Visitamos las aulas de los diferentes departamentos, los laboratorios llenos de material nuevo, mucho aún está por desempaquetar a la espera de que avancen los cursos que se van a impartir. El alumnado de este centro tendrá la experiencia única de estrenar equipos, y no cualquier equipo, un material de vanguardia. Trabajarán en las prácticas con elementos de electrónica del futuro, tendrán salas audiovisuales con la más moderna tecnología, pantallas interactivas... Todo un sueño de la tecnología. Pero además tendrán libros para que se inicien en ese maravilloso vicio de la lectura, salas comunes donde quien quiera pueda disfrutar los ratos de recreo de un modo tranquilo, haciendo manualidades o dibujando comics o simplemente charlando. Un centro para todos, tan diverso como lo somos las personas. A lo largo de la visita venían a nuestro encuentro los alumnos, chicas y chicos muy jóvenes, muy inquietos, muy curiosos, que se acercaban a preguntarnos y que hablaban conmigo con toda la naturalidad y desparpajo que se espera en esas edades tan tempranas. A todos ellos los conocían los profesores. Aquello era una gran familia.

Plenos de vitalidad y llenos de curiosidad me abordaban, con ganas de enterarse de lo que pasa y de quien pasa por allí y un poquito expectantes por recibir la visita de una mujer, científica, de Córdoba, que dará nombre al centro donde ellos aprenden y conviven; una maravillosa curiosidad que estoy convencida de que no será reprimida sino alimentada en el entorno que juntos, profesorado, alumnado y madres (eran mayoría) están creando. Sin ser en absoluto experta en educación, creo, como casi todos creemos, que una educación demasiado rígida mata la curiosidad, la espontaneidad, las ganas de aventura, todas ellas cualidades imprescindibles para la creación, para la investigación. A las mujeres esta educación nos limitaba particularmente. Sé que una cierta disciplina es necesaria también: somos seres sociales y como tales tenemos que aprender a convivir y respetar la sociedad. En el nuevo centro, me di cuenta de que encontrarán el equilibrio justo; solo hay que verlos en funcionamiento juntos profesores y alumnos.

Ahora el Instituto va a creciendo poco a poco y, en este momento, hay más de cien alumnos hasta tercero de la ESO; el próximo curso ya habrá cuarto y muy pronto se implantará el bachillerato y un ciclo formativo. Los alumnos de ahora irán creciendo con el centro y el centro también va creciendo con ellos; de eso no tengo ninguna duda. Solo con ver la inteligencia de sus miradas, su curiosidad, desenfado, desparpajo, sé que el nuevo IES tiene el futuro garantizado, las ideas llenan las cabezas del profesorado. Deportes, libros, huerto, reloj de sol, astronomía para nombrar las aulas... Y el AMPA los arropa y los quiere. La juventud arrasa, el futuro es de ellos porque además están preparados y con ganas para conquistarlo.

La energía fluía a raudales en el solsticio de invierno del 2022, y no era de extrañar porque yo me encontraba rodeada de más de cien soles que en el futuro iluminarán la vida de los demás, conquistaran el conocimiento, y mejoraran la sociedad en Córdoba y allá donde quiera que vayan. Son capaces.

*Astrofísica

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