Opinión | BRISAS

Viena: abonado al Concierto de Año Nuevo

«La resaca del día 31 y cierta actitud frente a la música culta provocan la ausencia de muchas personas ante el televisor»

Estoy abonado al concierto de la Filarmónica de Viena cada inicio de Año Nuevo. Una costumbre saludable para el espíritu que inicié durante mi estancia en Alemania. Son más de dos décadas extasiándome con los valses y polkas de los Strauss, padre e hijo, y el buen hacer de la Orquesta; así como la extraordinaria realización televisiva. Un concierto que me sirve de vacuna para el resto del año frente a la epidemia de tanto ruido disfrazado de música. Esta vez dirigió a la Filarmónica, Franz Welser-Möst; lo hacía por tercera vez, cifra no comparable con la de Willi Boskovsky, que la dirigió 25 veces. Fue en una época que la tecnología televisiva no llegaba a todo el mundo. Actualmente la audiencia mundial alcanza los 50 millones. Pero la resaca del día 31 y cierta actitud frente a la música culta provocan la ausencia de muchas personas ante el televisor. Franz Welser- Möst la dirigió hace 25 años por primera vez y desde entonces ha madurado para ofrecer ahora una dirección mucho más rigurosa. No ofreció el Danubio (que no suele ser azul) como contrapunto a la música de la orquesta. Se ofreció un ballet, como siempre perfecto. Lo ha dicho recientemente: dirigir el Concierto de Año Nuevo en la Sala Dorada del Musikvrein «es una responsabilidad inmensa». Welser Möst lleva veinte años como director titular de la Orquesta de Cleveland y se le nota, aunque fue Karajan quien le influyó, en su juventud, al permitirle estar presente en sus ensayos durante diez años. De los directores que han dirigido el Concierto, solo he saludado a Barenboim. En aquellos conciertos de Lucena tan buenos...

*Periodista

Suscríbete para seguir leyendo