Opinión | entre visillos

Cosas para hacer en la Navidad cordobesa

No todos los placeres que podamos darnos estos días cuestan dinero

La Navidad avanza a su ritmo, tranquilo para los pocos que prefieren la celebración hogareña en versión reducida, agitado para el resto, que somos casi todos. Por más que tracemos de antemano un plan de ruta para que no se nos vayan de las manos las fiestas, al final somos incapaces de sustraernos a la locura colectiva de luces, villancicos y citas familiares y de las otras («¿La Navidad bien o en familia?», preguntan los graciosillos evidenciando lo cuesta arriba que pueden hacerse algunos reencuentros al pie del belén doméstico). Eso por no hablar del gasto disparatado en comidas, regalos y diversiones varias, que no hay quien evite a pesar de los precios hinchados por la inflación. A ver si la alivian las nuevas medidas de Sánchez, que ha entrado en campaña a lo grande anunciando la rebaja de alimentos de primera necesidad durante seis meses para proteger a «la clase media trabajadora». Pero para esta otra campaña, la navideña, ya llega tarde.

De todas formas, no todos los placeres que podamos darnos estos días cuestan dinero. Ahí está el espectáculo gratuito de la calle Cruz Conde, que es como una feria de invierno. Oleadas masivas de espectadores convierten cada tarde la céntrica vía en una calle del infierno donde en lugar de escucharse sevillanas todo el mundo canta y bailotea con Mariah Carey y su clásico importado, que ha desbancado al ‘Tamborilero’ de nuestro Raphael; no somos nada. Puede que esos minutos de emoción bajo el fulgor de las bombillas intermitentes animen las ventas, que es para lo que se idea el montaje; pero lo que está claro es que mueve los corazones de niños y mayores al módico precio de una concesión más al ternurismo. Un coste barato que nos aleja por unos minutos de las angustias económicas, del sainete de la derogación del delito de sedición o de pensar en el frío y el miedo que están pasando los ucranianos bajo las bombas rusas mientras nosotros dormimos calentitos con un techo protector.

También la cultura, una vez más, puede proporcionar deleites sin pasar por taquilla. Varias son las exposiciones abiertas en Córdoba, muy interesantes en su mayoría. Pero ninguna tanto, por la riqueza y profusión de piezas aportadas por cinco países, y por su amplio respaldo institucional, como la denominada ‘Cambio de era’. Repartida entre la Sala Vimcorsa, la Mezquita-Catedral y el C3A, pone en valor el papel de la ciudad en la expansión del cristianismo por el Mediterráneo. Se la ha comparado con aquella otra, dos décadas atrás, de ‘El esplendor de los omeyas’, pues no le va a la zaga por su importancia y difusión internacional, aunque esta muestra no haya sido inaugurada por los reyes ni, de momento, cuente con visitas de alcurnia.

Por otro lado, están nuestros pueblos, que en estas fechas ofrecen lo mejor de sí mismos. A los alicientes de siempre, como paisaje, arte y gastronomía unen motivos navideños más que sobrados para recorrer la provincia saboreando sus tradiciones populares, que es la mejor manera de conocerla a fondo. La Navidad cordobesa perdería color si no existieran localidades como Rute, que ha hecho del anís, el turrón y el chocolate piezas de museo. O El Viso, donde cada cuatro años los vecinos se lanzan a representar el Auto Sacramental de los Reyes Magos, que tendrá lugar del 5 al 8 de enero, al suspenderse por el covid el del 2022, que era cuando tocaba. Una recreación religiosa parecida a la que en los últimos tiempos viene sucediendo en Torrecampo, cuyo espectacular Belén Viviente ha podido disfrutarse los pasados días 25 y 26. Pero están aún a tiempo de visitar Alcaracejos, Los Blázquez y otros muchos lugares donde hacer turismo aporta una experiencia única de Navidad. No se la pierdan, que cuesta poco y ganarán mucho.

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