Opinión | AL PASO

Recesión constitucional

La Constitución se está malinterpretando como moneda de cambio

El artículo 104 de la Constitución dice que las Fuerzas de Seguridad del Estado tendrán como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad de los ciudadanos. Y el artículo 149 da competencia exclusiva al estado, sin perjuicio de la posibilidad de que las comunidades autónomas lo hagan en la forma que establezcan sus estatutos en el marco de lo que disponga una ley orgánica; es decir, estatal. Pero es que, además, el artículo 126 de la Carta Magna, dice que la policía judicial depende de los jueces y del ministerio fiscal en cuestiones de averiguación del delito. Y el poder judicial está, a Dios gracias, aún centralizado. Entonces, ¿por qué dicen las comunidades autónomas históricas como Cataluña y País Vasco que la progresiva cesión de competencias en materia de policía significa el normal desarrollo de sus estatutos? Porque es falso, o mejor, porque se trata de un camino apechugado y equivocado del estado central que mira para otro lado. La Constitución se está malinterpretando como moneda de cambio para que los partidos políticos estatales accedan al poder. Porque el desarrollo de los estatutos no debe basarse en coartar la Constitución. Lo más triste además de ilegal, es que cuando estas comunidades piden la progresiva retirada de las Fuerzas de Seguridad del Estado, no es por operatividad relativa a la cercanía o la pericia sino porque es que no las consideran protectores de los derechos y libertades sino fuerzas de ocupación y represión. A ver, que esto no se hizo para esto; la Constitución y los estatutos hablan de que las autonomías pueden tener sus policías autonómicas para coordinarse con las policiales del Estado, pero nunca para echarlas. Manda huevos que, en esas tierras, ni los juzgados los tengan en cuenta para averiguar los delitos como ordena el artículo 126 de la Constitución. Aparte, yo he estado allí currando y los atestados los hacen los mozos de escuadra y la ertzaintza casi en chino, coartando el derecho de defensa de un abogado que sea de Córdoba y que no sepa esos idiomas y todo por una extraña y estéril obsesión con que el nacionalismo es el paraíso cuando la historia demuestra lo contrario. O sea, venden el desarrollo estatutario a precio de recesión constitucional. En estos días se ha criticado el pacto de retirada de la Guardia Civil de las carreteras de Navarra y el año pasado de las montañas. Pero no la tomen con Pedro Sánchez. Al menos estrictamente. Porque en 1996, el gobierno de la derecha también pactó la salida de la Guardia Civil de las carreteras navarras por el mismo motivo: porque Aznar, en su primera legislatura, gobernaba en minoría y precisaba pactos. Seamos sinceros: no deja de ser una anomalía democrática y una extrañísima contradicción que un gran país como es España solo sea valorado en su justa y gran magnitud por sus emigrantes.

*Abogado

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