Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Chapuza jurídica y dislate político

No es cierto que Europa nos pida cambiar sedición por desórdenes públicos

Me parece una chapuza jurídica y un dislate político lo que ha hecho el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos bajo presión de ERC. Ya tanto por razones de fondo como de forma. Suprimir el delito de sedición convirtiéndolo en uno de «desórdenes públicos agravados» es mezclar churras con merinas. El primero castiga la ruptura del orden constitucional mientras que el segundo se limita a castigar la ruptura de la paz ciudadana que es otra cosa y mucho menos grave. Con esta reforma quedan impunes hechos tan graves como convocar un referéndum ilegal, votar leyes de desconexión o proclamar la independencia de una parte del territorio nacional, mientras se castiga con más dureza a aquellos que aplauden en la calle esas decisiones y queman un par de contenedores, limitando de esta forma sus derechos de expresión, reunión y manifestación.

Lo que ocurrió en octubre de 2017 en Cataluña fue mucho más grave que un problema de orden público, aunque también lo fuera. Fue un desafío en toda regla al poder legítimo y al orden constitucional que emana de la soberanía popular, con el agravante de hacerlo desde las propias instituciones autonómicas del Estado. O sea un intento de golpe de Estado desde dentro. Que ese órdago al orden constitucional pueda quedar impune mientras se castiga a los que lo aplauden en la calle no tiene ni pies ni cabeza.

En el caso de la malversación, se rebajan considerablemente las penas cuando no hay enriquecimiento personal y el dinero público, que es de usted y mío, se destina a cosas tan «inocentes» como atentar contra la integridad territorial del Estado, que es muchísimo más grave, o a llenar las arcas de los partidos políticos legitimando así la corrupción partidista que tanta desazón nos ha provocado en los últimos años.

Son reformas legales importantes que se hacen con prisas y prescindiendo de los informes de los máximos órganos consultivos y del deseable y enriquecedor debate parlamentario. Así pasan luego cosas tan absurdas como la descomunal chapuza de la ley del sí es sí sin que nadie asuma responsabilidades.

No es cierto que desde Europa nos pidan esta reforma porque en Francia, Alemania e Italia la sedición se castiga de forma parecida, al margen del nombre que le den en cada lugar, y menos aún nos piden que cambiemos la sedición por desórdenes públicos. Y lo que desde luego no hace ningún país europeo es una reforma legal a medida para beneficiar a ciertas personas, con nombres y apellidos, y menos aún negociándola con los mismos delincuentes que se van a beneficiar del cambio. Eso ya es de aurora boreal. Recuerda lo que decía George Orwell en ‘Rebelión en la granja’ de que todos somos iguales pero unos somos más iguales que otros. Es muy reaccionario. Si de verdad queremos parecernos más a nuestro entorno podríamos cambiar la ley electoral para exigir el 5% de los votos para acceder al Parlamento, como pasa en Francia, o prohibir los partidos políticos que rechacen la Constitución, como en Alemania.

El Gobierno pretende que con esta reforma a la carta se «desinfla» el independentismo cuando los condenados en los tribunales afirman un día sí y otro también que «ho tornarem a fer», cuando el propio presidente de la Generalitat reconoce que con esta reforma será más difícil perseguir al independentismo, y cuando cada día nos llegan desde Cataluña noticias de desobediencia a los tribunales y de rechazo del jefe del Estado, mientras siguen con el raca-raca de amnistía, autodeterminación y referéndum. Si ahora los independentistas lo vuelven a intentar lo tendrán más fácil porque esta reforma legislativa desprotege a la Constitución en lugar de protegerla más, que es lo que se supone que debería hacer el Gobierno de España frente a los que no ocultan que quieren acabar con ella. Al fin y al cabo eso fue lo que juró o prometió don Pedro Sánchez al tomar posesión de su cargo: gobernar «con lealtad al Rey y cumplir y hacer cumplir la Constitución como norma fundamental del Estado». Ya llegan desde Barcelona voces pidiendo otro referéndo. Sánchez dice que nunca lo habrá pero hay que reconocer que lamentablemente tiene un serio problema de credibilidad.

Por todo eso he añadido mi firma al manifiesto publicado por la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición.

*Diplomático

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