Opinión | HISTORIA EN EL TIEMPO

¿Una extraña navidad?

Las fiestas han de conmemorarse a lo largo y ancho del país conforme a pautas muy tradicionales

En la civilización capitalista que preside los destinos del mundo actual USA es obligadamente objeto de referencia permanente. Auscultando sus latidos en los diferentes itinerarios de su andadura puede preverse con gran seguridad de acierto los valores y modos de la cultura dominante en casi todo el planeta. Lo vigente hodierno en los Estados Unidos mañana estará implantado a escala semiplanetaria. Así aconteció en menor grado en el pasado con los diferentes imperios y así sucede enla actualidad.

En los días navideños, muy propicios siempre a los balances y a la nostalgia del tiempo ido, no es actividad frívola contemplar algunas de las numerosas películas made in USA acerca de la celebración de las fiestas navideñas en el país del séptimo arte. Todas son monótonamente reiterativas y un punto o más de un punto, pueriles. Las fiestas han de conmemorarse a lo largo y ancho del inmenso país conforme a pautas muy tradicionales. Llegada la hora de su cumplimiento, muy pocas familias quedan marginadas de una celebración generalizada en toda suerte de localidades, singularmente en las medianas y pequeñas. La solidaridad y la filantropía representan en ellas un papel primordial, hasta el extremo de que son muy excepcionales los hogares marginados por carencia de medios materiales para afrontar los gastos derivados de adornos y decoración, así como también de las comidas propias de tales fiestas. Los Ayuntamientos, las instituciones benéficas, los círculos filantrópicos e incluso los vecinos menos opulentos pero más fieles al espíritu del calendario responden invariablemente a sufragar dichas carencias, a fin de que la confraternidad sea una vivencia generalizada en los diferentes espacios del cuerpo social en cuestión. Y, ciertamente, pese, como anteriorrnente se aludía a su repetición, el espectáculo resulta emotivo y, en más de una ocasión, estremecedor.

Como igual lo es en otro plano acaso de mayor importancia todavía. Únicamente por vía de excepción, los belenes se recortan sobre la floreada superficie en salas de estar y despachos que aparecen en los filmes como escenario por excelencia de las actividades festivas. Y, por supuesto ninguna referencia al marco religioso y menos aún a la Sagrada Familia y al mundo de ángeles y pastores de Belén. El vacío de religiosidad resulta impactante como lo es el de humanidad en su más genuino significado.

¿Será verdaderamente así el curso de la Navidad en el porvenir próximo de la nación en la que la figura de María recibió durante siglos la devoción más adelantada y pujante de la vieja Cristiandad?

** Catedrático

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