Opinión | EPÍGRAFE

El fútbol en el mercado

-Pues mire usted a mí lo que me interesa es vender frutas y verduras. Ese es mi negocio. ¿O es que una se gana la vida con el fútbol? ¿Y hay algo más diferente de ese negocio de pegar patadas a una pelota que una lechuga fresca? ¡Venir a mí, con la que está cayendo, preguntándome qué me parece que España haya perdido con Marruecos! ¡Como si le hubiera ganado a la Conchinchina! La gente se emborracha porque ha ganado tal o cual equipo, ¿y tengo yo un bar al lado del campo de fútbol o en la plaza? La gente compra banderas y bufandas y camisetas, ¿y vendo yo esa mercancía? La gente se vuelve loca en las calles y gritan como salvajes que han ganado, ¿pero qué han ganado ellos, si me regatean los precios de los tomates que da pena? ¿Le ha subido el sueldo o la jubilación, bajado la hipoteca o el carburante? En los años de la dictadura había aquí al lado uno que tenía un bar y decía que lo suyo eran los partidos de fútbol y mi Antonio y sus amigotes se pasaban las horas muertas hablando de fútbol y copita va y copita viene. No era listo y cínico ese. Señor, yo vivo de lo que vendo y cuando haya un equipo vegano o vegetariano y lleve una coliflor en la camiseta, lo mismo la cuelgo aquí en el puesto y grite: ¡Viva Los coliflores!

-Pero, Jacinta -dije sonriendo- no solo de pan... de verduras y frutas, digo, vive el hombre. Necesita recreación. Teatros, cines, libros, deporte...

-Para estar sano hay que alimentarse bien. Y hay hambre. De la cultura la gente aprende, se sensibiliza, hasta se concientiza, pero el fútbol como espectáculo, tal y como está planteado, aliena a las personas, les empobrece la mente y hace ricos a unos pocos. ¿O no es obsceno ese trajín de millones que unos ganan y no siempre pegando patadas a la pelota, (¡que ya tiene lechugas!), sino a través del soborno y la corrupción? Hasta la vicepresidenta del Parlamento europeo ha sido acusada de blanquear por soborno la imagen de un país como Catar, donde se violan los derechos humanos y yo diría que hasta los divinos. Un país donde viven 300,000 cataríes que se sirven de 5 millones de trabajadores emigrantes con salarios y condiciones de esclavos, por no hablar de la sumisión a que obligan a sus mujeres. ¡Vaya ejemplo, ¿no?! Ahora se seguirá la jurisprudencia al uso: responsabilizar solo a las personas corruptas, para salvar a las organizaciones y al deporte corrupto. Mire usted. El otro día jugaba mi Antonio al dominó en la terraza de ese bar de la esquina y dentro ponían un partido del futbol. Pues uno de ellos cuando oyó al locutor gritar: «¡Gool! ¡Goool!», abandonó la partida y salió corriendo y entró preguntado excitado: « ¿Quien juega, quién juega?». Un caso típico de comportamiento condicionado, diría usted.

-Yo no digo nada, que luego todo se lee.

-Claro, a usted solo le interesan los partidos políticos.

** Comentarista político

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