Opinión | MIRAR Y VER

Preguntas de mis nietos

«La mayor tranquilidad de conciencia os vendrá dada por el riesgo corrido en servir, en regalar, en amar sin precio»

Hace unos días, uno de mis nietos exclamaba desalentado ante un triste acontecimiento: ¡Abuela, la vida es un asco; no es nada! Hoy quiero contestarle a mis ocho nietos qué piensa su abuela. y, al menos, que tengan otra visión más alentadora. Mis queridos nietos, la vida de cada uno es como un río que con su propia corriente camina y crece hacia el mar. No obstante, quiero legaros mi reto de cada amanecer, las claras deducciones que en este imparable viaje se han ido escribiendo en la blanca pancarta de mis días. Puede que tan sólo sean algo así como pequeñas olas que acaricien la reseca piel de lo que serán vuestros largos pasos, pero me vale la pena el esfuerzo, si logro alcanzar al inmenso océano que es vuestra presencia en el mundo. La vida, mis preciosos nietos, es una página en blanco que se nos entrega en el instante mismo de nuestro nacimiento. Llegará el día que tengamos que coger la pluma y demos sentido y protagonismo a nuestra existencia, estampando al final nuestra firma de autenticidad. Pero también la vida es un cúmulo de conveniencias: yo te doy; tú me das. En la vida todo se puede vender, cambiar o comprar. Pero la mayor tranquilidad de conciencia os vendrá dada por el riesgo corrido en servir, en regalar, en amar sin precio. No importa que nuestro nombre quede fuera de esas inútiles urnas que sirven al poderoso para recontar y regodearse con la fidelidad de sus incondicionales satélites y otorgarles la recompensa que ansían: ser considerados, tenidos en cuenta. Pero esas urnas sólo son un cajón de mentiras; mejor no estar en ellas. Finalmente os digo: la vida es un camino por recorrer. En él encontraréis de todo, pero jamás caigáis en la tentación de inmovilizaros en punto alguno por blanco o negro que sea. Continuad siempre hacia delante sin mirar para atrás porque una luz que se apaga no volverá a lucir por mucho que nos duela. Podemos, eso sí, guiados por su rastro, colgar una nueva en el horizonte de nuestros pasos. Y no os perdáis lo sucesivo que siempre será sorprendente, y sobre todo no dejéis de marcar huellas que sirvan de guía a otros caminantes.

*Maestra y escritora

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