Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Día de los Derechos Humanos

A los 74 años de la Declaración, serían necesarias nuevas estructuras, reglamentos y controles

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esta Declaración es un documento histórico que proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica o cualquier otra condición.

La base de la Declaración se define en que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Sin embargo, como es evidente, el cumplimiento de los derechos humanos fundamentales se ve mediatizado por el código postal de nuestra residencia, tanto como país o nación, como dentro de los mismos. Mientras que en Occidente el cumplimiento global de los Derechos Humanos se encuentra entre el 60 y el 70%, en el continente africano no se llega ni al 25%. Al interior, todos los países continúan soportando grandes bolsones de pobreza en determinadas zonas, donde el cumplimiento de los DDHH brilla por su ausencia, incluyendo los países de la OCDE.

De los 30 artículos que conforman la Declaración, la mayoría de ellos se contemplan en las diferentes constituciones nacionales, sin que ello signifique que las mismas se cumplan. Peor aún, muchas de ellas ni siquiera recogen derechos fundamentales a la libertad de opinión, de expresión, de reunión, seguridad social, empleo digno, descanso, elección de sus representantes en política, derecho al asilo, presunción de inocencia, etc.

Naciones Unidas no se ha dotado de un instrumento eficiente que permita a la organización un seguimiento certero del cumplimiento de los Derechos Humanos y, menos aún, de opciones para la condena por incumplimiento ni acciones que obligasen a ciertos países a replantear sus políticas en torno al tema. Ya, a los 74 años de la Declaración, sería necesario aplicar nuevas estructuras, reglamentos y controles, que permitan que caminemos hacia un mundo más justo y solidario, dentro de una gobernanza global.

En el orden económico mundial, necesitamos una economía que se centre en el cumplimiento de los DDHH y no solo en el beneficio. Hay que renovar el contrato social, entre los gobiernos y sus pueblos, trabajar para construir la confianza y tener una visión global de los DDHH en el camino hacia un desarrollo justo y sostenible.

Tenemos que defender nuestros derechos y también los de los demás. Por ello, se hace necesario que nunca bajemos la guardia y denunciemos públicamente las constantes violaciones a los Derechos Humanos fundamentales. Los Derechos tardan mucho en conseguirse y muy poco en perderse. De ahí que las organizaciones internacionales, ONG de Desarrollo, organizaciones sociales y políticas de todos los países del mundo, deben permanecer alertas y contar con mecanismos de control, supervisión y difusión de los delitos evidentes contra los DDHH. Especialmente los gobiernos nacionales, que no pueden mirar para otro lado ante las graves desigualdades existentes por intereses espurios.

*Experto en Relaciones Internacionales y Cooperación

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