Opinión | Análisis

La ultraderecha no gana mundiales

Luis Enrique.

Luis Enrique. / EFE

La ultraderecha modula la actualidad política como si ya estuviera gobernando, a punto de hacerlo en los análisis más sosegados. Cada referencia de los partidos políticos se dirige frontalmente o con el rabillo del ojo al auge de las posiciones ultramontanas. Los comicios sucesivos constatan la pujanza, 52 diputados de la extrema derecha moderada de Vox en el Congreso, pero también establecen un tope a su ambición. No queda claro a la hora de escribir este artículo si los ultras ganan elecciones, pero ha quedado claro que no ganan Mundiales. Y lo ha tenido que demostrar Marruecos, para mayor humillación ultrapatriótica.

En su faceta de streamer dicharachero, Luis Enrique barajó como "una opción" presentarse a las elecciones generales, por supuesto para llegar a La Moncloa porque nunca se impone metas modestas. Criticó a los políticos en general y resumió que "cuando gobernaba el PP o cuando gobierna el PSOE, me da igual". Este discurso, tan propio de quienes se enriquecen con la coyuntura vigente, no permite diagnosticar una ideología concreta. Sin embargo, el soberbio entrenador que se cree artífice de toda la realidad que le rodea era una firme apuesta de la ultraderecha pujante, para coronar la supremacía de una España muy concreta en Qatar.

Hay una prueba transparente de la implicación ultra en su Mundial. La profesora que en un colegio religioso requirió durante el torneo la retirada del aula de una bandera de España, que no tenía nada que ver con el contenido de las clases, ha sufrido los ataques más crueles dirigidos a una persona anónima en los tiempos recientes. Amenazas de asesinato y de violación extensibles a su familia, y que de momento no han causado ni un parpadeo de las autoridades. La saña demostraba el empeño ultraderechista en Qatar, bajo la convicción de que el país había visto la luz que se traduciría en victorias en el único campo de batalla contemporáneo por su excelencia, el estadio. En su visión maniquea, Luis Enrique les ha traicionado, y hoy aplauden la destitución del seleccionador apolítico derrotado, que por supuesto asignará su relevo a una decisión propia y de nadie más.