Diario Córdoba

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Ricardo Crespo

TRIBUNA ABIERTA

Ricardo Crespo

Arte y vida en Luis Landero

En la obra de Luis Landero, según él mismo declara a Marta Rivera de la Cruz, su tema es la distancia que media entre la realidad y el deseo, entre lo que uno es y lo que hubiera querido ser. Este es también el tema de D. Quijote. «Yo sé --dijo d. Quijote-- lo que soy y lo que puedo ser». Como Alonso Quijano, los personajes de Landero también tienen voluntad de ser... otra cosa, es decir, sufren y padecen lo que el autor denomina Afán y que pronto es definido en ‘Juegos de la edad tardía’ en este diálogo:

-¿Qué es el afán, abuelo? --preguntó Gregorio.

-El afán es el deseo de ser un gran hombre y de hacer grandes cosas, y la pena y la gloria que todo eso produce. Eso es el afán.

Mucha de esta voluntad de ser de sus personajes parte de la literatura, oral o escrita, del lenguaje, pues Landero es de los que cree que el lenguaje, la palabra, nos forma más que nos informa, es donde el Ser acontece. De modo que el tema surge envuelto en lo libresco. La veracidad de tal aserto se comprueba leyendo ‘Entre líneas’, esa poética del autor que Santos Sanz Villanueva ha catalogado de literatura mestiza y en donde Manuel Pérez no es más que un ‘alterego’ de Landero y en donde se mezclan arte y vida. «Nunca contamos fielmente los hechos --nos dice nuestro autor--, sino que siempre inventamos o modificamos algo... a la experiencia real añadimos la imaginaria... y gustamos el placer de añadir un cuerno al caballo y que nos salga el unicornio... Luego creemos que el unicornio existe».

Pero no debemos confundir el arte con la vida. Ya Mario Vargas Llosa en ‘El arte de mentir’ nos advierte que, «si quisiéramos ser los personajes que leemos, si creyéramos que la realidad es como la ficción, encontraríamos terribles quebrantos, como le ocurrió a d. Quijote, al creer que la vida era lo que describían las novelas de caballerías».

El arte es algo más –o menos, quizás. Así es que nuestro autor nos pone en guardia contra el afán, pues hoy en nuestro mundo occidental (y no sé si también en el oriental) el Ser ha entrado en crisis y, como diría Heidegger, vivimos en una ontología del declinar. De aquí que la obra de Landero se consuma a sí misma como un papel de fumar al arder y ofrece al lector su propia deconstrucción del discurso y muestra su naturaleza de ficción. De aquí también que en los personajes de Landero se dé un sujeto dialéctico, conciliado luego dentro de una acción de retorno que los devuelve al estado inicial anterior a la crisis del afán en la añoranza de una vida en armonía con la naturaleza y en paz con los hombres.

Este carácter sencillo nos previene contra el afán, pero a Landero nadie le puede curar el afán de escribir y la sospecha del fracaso. Así es que cuando recibe el Premio Nacional de las Letras 2022, comenta con su natural gracejo y modestia: «Es como si me dijeran: ‘Este chico vale’».

*Comentarista político

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