Diario Córdoba

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Francisco García-Calabrés

Qatar 2022

Se recrudecen las críticas ante un evento que debiera ser un punto de concordia entre pueblos

A unas horas de que comience en Qatar la XXII edición del mundial de fútbol, que será prime time de todas las televisiones y animará durante casi un mes pasiones y tertulias que nos distraerán de las diversas crisis que padecemos, se recrudecen las críticas ante un evento que debiera ser ilusionante, un punto de concordia y encuentro entre pueblos y sociedades, un referente del deporte y los valores de igualdad y respeto a los derechos que el mismo defiende y representa.

La polémica está servida en esta monarquía absoluta que durante 5 años y hasta hace unos meses padecía el bloqueo de parte de la comunidad internacional por sus alianzas con Irán y su presunta financiación del terrorismo internacional. Amnistía Internacional lo denomina «la copa mundial de la vergüenza» por el maltrato que vienen recibiendo los trabajadores de Nepal, la India o Pakistán -en un país donde más del 80 por ciento son extranjeros- que han participado en la construcción de estadios e infraestructuras en un régimen de hacinamiento, infrasalarios, confinamientos y semiesclavitud, llegando a denunciarse varios miles de trabajadores muertos en los últimos años en dichos trabajos. Otro asunto espinoso es la violación a los Derechos Humanos en un país que aplica la ley coránica y castiga con penas de muerte las relaciones entre homosexuales. Donde no son permitidos los derechos más básicos de la mujer, que tiene restringida la vestimenta o las muestras de afecto, o simplemente practicar el deporte balompédico que vamos a celebrar. Todo ello, sin contar con las altas temperaturas de la pequeña península del Golfo Pérsico.

Además de artistas reconocidos que no quieren blanquear un régimen totalitario y se han negado a participar en la misma, varias ligas europeas ya han mostrado su rechazo y desacuerdo a esa celebración. Incluso quien era presidente de la FIFA cuando se aprobó dicha sede, Joseph Blatter, públicamente reconoce ahora, 12 años después, que la elección fue un error y que se hizo por las grandes cantidades de dinero que esa organización y sus dirigentes se han embolsado desde aquélla fecha. En el fondo y como tantas veces, subyace una enorme contradicción e hipocresía, porque muchos de esos clubes españoles y europeos acogieron ya hace años ese mismo dinero catarí para financiarse en un deporte que sobresale por las astronómicas cifras de dinero que maneja, sin preguntar de dónde procedían. Ya sabemos que el dinero no tiene color.

Los mejor intencionados, creen que la celebración será una ventana de aire fresco que ayudará al país a entrar en el siglo XXI, que relajará prohibiciones y contribuirá a mayores cotas de libertad e igualdad, poniéndolo de escaparate del mundo. Ya veremos si resulta una influencia transitoria o el punto de inflexión de un cambio real en un país muy próspero en renta per cápita y recursos naturales, que con su pasado de protectorado inglés y privilegiada situación, ha servido de puente entre Occidente y el mundo árabe. Aunque mucho nos tememos que 28 días no cambiarán 50 años de absolutismo. Se abre el telón, que ruede el balón, ¡comienza el espectáculo!.

 ** Abogado y mediador

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