Diario Córdoba

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Manuel Torres Aguilar.

MEMORIA DEL FUTURO

Manuel Torres Aguilar

La China que viene

El discurso programático de Xi Jinping apuesta por el reforzamiento de la seguridad nacional y la defensa exterior

El pasado mes de octubre se celebró el XX Congreso del Partido Comunista Chino, en el que la expulsión de Hu Jintao simbolizó el triunfo del liderazgo de Xi Jinping, con hombres de su confianza, en una dirección de la que se ha eliminado la presencia de mujeres, y que aspira a mantener todo el control político hasta 2028, sin dirección colegiada y con la desaparición de cualquier pluralismo o disidencia.

El informe presentado por Xi el 16 de octubre ante el pleno del Congreso es de sumo interés para tener conciencia de qué pretende China en los próximos años. La convención giró en torno a la idea de mantener el socialismo pero con las «peculiaridades» de China, implementado su pensamiento propio para construir un país socialista moderno y revitalizar todos los aspectos de la nación china.

Dentro de lo ejecutado hasta ese momento, se destacó el fortalecimiento del liderazgo centralizado del partido y la unificación de su Comité Central para reforzar «la democracia popular» y defender «con firmeza la defensa nacional». Ello, a pesar de la epidemia de covid, contra la que libraron una guerra, según sus propias palabras, y frente a las «turbulencias y cambios» acaecidos en Hong Kong, donde dicen ejercieron un «poder administrativo general» y pusieron en práctica la administración «por los patriotas», con lo que se pasó del caos al orden. No menos importante, consideró Xi en su informe, fue la lucha contra las «actividades de sedición» e injerencia de potencias extranjeras en Taiwán que no impedirán la «reunificación completa de la patria», a pesar de las presiones exteriores, en referencia a EE UU.

A partir de estos logros, puede comprenderse la importancia que tiene entender la hoja de ruta que se emprenderá desde enero de 2023 para adivinar algunas claves de la geopolítica del próximo lustro. Desde el punto de vista ideológico, se defiende la «chinización» del marxismo, considerándolo válido y vigente aunque adaptado a los nuevos tiempos y a la realidad de los comunistas chinos, integrando el materialismo dialéctico y el histórico en la «excelente cultura tradicional china». Tradición y renovación como claves para entender, pues, el futuro de un nuevo marxismo ‘a la china’.

Desde el punto de vista programático se establece como prioridad la modernización, «no persiguiendo lo alto y lo lejano más allá de lo posible», sino con paciencia, estabilidad y orden gradual y sostenido en el tiempo. Esta es una clave, la de la paciencia, que se considera central en la política marcada ya en otros congresos. Los ejes de la modernización indicada se anuncian en términos de coordinación entre lo material y lo espiritual, coexistencia del ser humano con la naturaleza y búsqueda de un desarrollo pacífico. A tal efecto, se establecen dos fases, la primera hasta 2035 y la segunda desde entonces hasta 2050. En la primera fase, el objetivo propuesto es el de alcanzar el nivel de los países desarrollados en todos los indicadores, especialmente en el de renta per cápita. El siguiente paso, lo está configurando -afirma Xi- la revolución científica y tecnológica y el reajuste de la correlación de fuerzas internacionales que da a China nuevas oportunidades estratégicas. La estabilidad que predica de China, le otorgará un papel predominante en esta época de turbulencias.

En ello parece fiarse la conversión en el nuevo liderazgo mundial: desarrollo, paciencia y estabilidad. Desarrollo que exige un esfuerzo hacia la alta calidad, no se trata de un desarrollo que continúa la senda de lo cuantitativo, sino de un desarrollo que se afiance en un reajuste económico y productivo de calidad. Todas las tecnologías, que van desde la inteligencia artificial, la biotecnología, los nuevos materiales o la protección medioambiental, se reclaman en sectores en los que China debe liderar desde la calidad de su producción científica y tecnológica. Paciencia basada en su tradición y estabilidad fundada en el control social interior.

No aporta retos nuevos en lo que es la organización política del país, pues se reafirma el papel central del pueblo en todos los poderes del Estado, recuperando la conocida retórica del «pueblo como dueño del país», aportando la idea de un desarrollo integral de lo que llama «democracia consultiva» y democracia a nivel de base, mediante la información pública para la tramitación de las aspiraciones públicas y el apoyo en la clase obrera. Todo desde un patriotismo militante y el imperio de la ley.

Apuesta por la transición ecológica como modelo de desarrollo, mediante el control de la contaminación ambiental y otra serie de medidas que quedan como enunciación de compromisos medioambientales que se activan desde la prudencia. No renunciar a los sistemas tradicionales de producción sin la implantación previa de nuevas fuentes de energía. Pero no hay ninguna referencia a asumir compromisos acordados en foros internacionales, ni plazos para ello.

Para concluir, el discurso programático de Xi apuesta por el reforzamiento de la seguridad nacional y la defensa exterior con el incremento y fortalecimiento de sus fuerzas armadas. Si bien, apuesta por la gobernanza global frente a todo unilateralismo, hegemonismo y colonialismo, respetando la soberanía e integridad de todos los países y su igualdad en el plano internacional. Se adivina una clara crítica a la política estadounidense heredada de la guerra fría y su intervencionismo. Con un nítido desafío a Estados Unidos como líder mundial, abogan por cinco principios claves para una coexistencia pacífica: la construcción de unas nuevas relaciones internacionales, coordinación e interacción entre los grandes países, amistad y confianza mutua, integración de intereses, y sinceridad, honestidad y franqueza en la cooperación y desarrollo de los intereses comunes. Reafirma su apuesta por el sistema internacional en torno a la ONU y en el respeto a las normas de derecho internacional.

Bajo esta retórica, para concluir, hay una clara apuesta, en mi opinión, por desvelar todas las deficiencias que ha evidenciado el liderazgo mundial de Estados Unidos y la transformación de esta nueva época en un intento, no sabemos si sincero, de construir un liderazgo mundial multipolar, pero en el que China va a estar como guardián de esos valores. No obstante, debemos tener muy presente que, ante lo que se llaman en su discurso «tormentas peligrosas», Xi acaba de instar al ejército chino a que esté preparado para la guerra, frente una situación cada vez más inestable e incierta.

La espiral de desorden global a la que parece conducirse el mundo, está muy lejos de encontrar nuevas fórmulas de equilibrio. Esperemos a ver qué pasa mañana en el encuentro de Bali entre Xi y Biden. Si no gestionan bien su competencia mutua, las consecuencias las pagaremos todos. Entre tanto Alemania empieza, una vez más, a ir por libre.

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