Diario Córdoba

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Miguel Donate Salcedo

caligrafía

Miguel Donate Salcedo

Epifanía en el tren

Hay que crear un cuerpo público, extremadamente educado, que sirva en todas partes en caso de crisis

El Avant 08125 estaba enfilando el último par de kilómetros antes de llegar a María Zambrano. El tren, espontáneamente, se paró. No hizo ni ruido, no avisó: apagón general. Así se muere un tren. Al cabo de un minuto aproximadamente, una señora dijo: «Por Dios, otra vez no. Hace 15 días estuvimos atrapados 5 horas en Toledo». Una voz: ¿Pero qué está pasando? (Imagínenlo con voz de terror de serie B). «Señores, no se alarmen», dijo una interventora, con maravillosa tranquilidad. «En breve vendrán a socorrernos».

«El verbo no inspira confianza», dije a mis vecinas, por sentirme parte del grupo. «Desde luego. ¿Nos remolcarán?». El sol se puso a trazar secantes sobre el tren. Hacía un calor desagradable y el vagón empezaba a oler a chiquipark en hora de cierre. «Cinco horas tardaron en remolcarnos en Toledo», apostilló la señora veterana. «No puede ser». «Sí», musitó misteriosamente. «Esto es Renfe ahora».

«Nadie nos informa. «Dicen que viene un tren a remolcarnos de Sevilla». «Que abran las puertas. ¡Hace calor!». La interventora, que pasaba por allí: «Abrir las puertas es lo absolutamente peor que podríamos hacer en esta situación». La señora veterana convino: «Sí. En Toledo la gente comenzó a escapar». Yo, que quería seguir siendo parte del grupo, comenté: «A lo peor tenemos ahí el martillo para romper las ventanas, no se preocupen». Las señoras: «Desde luego. Si siguen así, las rompemos».

Llevábamos una hora improvisando nuestro Decamerón cuando se abrió una puerta. Escribí a Cris: «Se han subido dos mecánicos con chaleco». Ella: «¿Qué tipo de chaleco?» Yo: «Amarillo». Se entrevistan con el maquinista. Llega un rumor: «Van a intentar arreglar el relé». Suspiros de tranquilidad. Ya hay diagnóstico. El relé. Sí, claro, lo arreglan y nos vamos. Han traído herramientas. El relé, una tontería. Y a las veinte veces de oír relé, dice una señora, solemne, como hablando con crías de chimpancé: «Un cuadro eléctrico tiene como cien relés». Terror.

Se acerca una señora inglesa y dice al maquinista: «Can you open the door?» Y el maquinista: «Ni open the door ni leches». «Tengo 86 años, me estoy empezando a ahogar», dijo un caballero. «Pues se sienta en mi silla y abre la ventana», así el maquinista. Con esta señora de 93, ¿qué hacemos? «¿93? No los aparenta. Está estupenda» (así un espontáneo). «Pues que se siente encima del señor».

Un pasajero, cordobés popular, empezó a grabar para, dijo, compartirlo con sus 700.000 seguidores. «Esto se va a saber». Esto, supongo, era la chabacanería del maquinista. Yo tuve una epifanía mientras otra señora llamaba al 112. Hay que crear un cuerpo público, que sirva en todas partes en caso de crisis, de Gente Extremadamente Educada. Los GEO y los GED. Alguien que en estos líos llegue de refresco y sea simplemente educado. Lo dijo una señora: «No hemos hecho un motín en estas dos horas porque la interventora y los pasajeros somos educados. Si es por el maquinista, arde Troya». Qué cuerpo funcionarial nos estamos perdiendo. Qué cuerpo.

* Abogado

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