Diario Córdoba

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Jose Manuel Ballesteros Pastor

El arte de la verdad

Me refiero a la exposición que por estos días nos ofrece Pepe Lozano en la Sala de Exposiciones del Colegio de la Abogacía de Córdoba. ‘La magia del bic’. Sí, la magia del verdadero arte, que es el arte sin alaracas, sin egolatría, sin elitismo, sin intelectualismo y, sobre todo, sin esa estúpida concupiscencia del que se sube al carro de los poderosos para sostenerles la corana de laurel. Y así este hombre, de tan profunda sensibilidad, consigue el prodigio: nos lleva al misterio que late en lo humano. Ésta es la misión del artista. ¿El material con el que lo consigue? Un bolígrafo. Sí, un sencillo bolígrafo azul, ese anodino objeto al que cada día recurren los humildes, las manos de una madre, para sus cuentas de la compra, las manos del abuelo, que se empeña en resolver un crucigrama, las manos del niño, cuando garabatea un dictado; las manos de una enamorada, de un tendero, de un albañil. Pepe Lozano, con su sencillo pincel, une sus manos a las de los humildes de las bienaventuranzas y las llena de dignidad, es decir, de arte verdadero. Es imposible imaginar ese resultado si no vemos estos cuadros. Veladuras, lienzos, lluvia, lágrimas, sudor, ojos, cabellos... Pero, sobre todo, ternura, melancolía, vitalismo, sensualidad, fuerza, soledad, hondura. Y el contemplador se queda absorto. ¿Cómo es posible tal resultado con el sencillo bolígrafo que desdeñan y desprecian los que se creen tan dioses con sus péñolas y cálamos de oro? ¿Qué grandeza de espíritu hace que un hombre elija ese material con todas sus dificultades técnicas, su minuciosidad, trazo a trazo, sombra a sombra y luz a luz? Y con esa tensión contenida, ese dominio que consigue hacer vibrar todo el espacio, y el cuadro se sale de sí mismo y envuelve al que lo observa. La seguridad, la certeza, la verdad que existe en cada raya nos sobrecogen por su vibración y, al mismo tiempo, por su armonía. El pintor manda en cada trazo, no se le escapa nada al azar, al perfil, a la manera con la que las figuras nos interpelan. Amor al detalle, pero sobre todo amor a lo humano. Un bolígrafo como monumental batuta de un gran director de orquesta en la que cada trazo es un instrumento y su armonía, de tal manera que quien sostiene toda esta maravillosa composición pasa casi desapercibido.

*Escritor

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