Diario Córdoba

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Ana Castro

EL CUERPO EN GUERRA

Ana Castro

El 'no al velo' de las iraníes

Ya ni siquiera se las ve con él sobre los hombros o en el bolso. Caminan con el pelo suelto y se muestran tal y como son: personas, mujeres con derecho a existir y pasear libremente por la calle. Sin velo, ese símbolo de la opresión y sumisión con la que conviven. Agarran sus bolsos y ríen, ya sea en la Universidad o en el parque, conscientes de que se enfrentan a penas de prisión y multas por no llevarlo, como establece el Código Penal iraní (y, probablemente, posibles abusos y violencia por parte de la policía), pero se sonríen unas a otras. Antes se escondían de la policía. Han decidido que ya no más. El momento de la revolución ha llegado y lo afrontan desde la desobediencia civil. Así desafían al régimen, valientes, orgullosas.

Vienen de semanas de protestas en las calles y gritos: «¡Mujer, vida, libertad!» y siglos de opresión, de no respeto a los Derechos Humanos. ¿El detonante? La muerte de la joven de 22 años kurda Mahsa Amini, en custodia tras ser detenida por la «Policía de la moral» --obsesionada por la modestia femenina, que ve como una insinuación el pelo suelto, los abrigos abiertos o las botas altas-- por llevar mal colocado el velo islámico de uso obligatorio. Desde entonces las protestas no han cesado. Las jóvenes iraníes se quitan y ondean sus velos pidiendo el respeto de sus derechos y la caída del dictador. Las activistas más decididas han llegado incluso a quemarlos.

Más de 40 días después de la muerte de Amini, convertida en heroína de la lucha, ya se pueden contar al menos más de 108 muertes y en torno a 12.000 detenciones en las movilizaciones, según datos de la ONG Iran Human Rights. Eso no les ha impedido continuar con las manifestaciones en los barrios o en las universidades y afianzarse --frente a la extrema violencia de la Policía de la moral-- en la desobedencia civil aun conscientes de su elevado coste. ¡Fuera el velo en las calles de Irán!

Desde este otro lado del mundo, en el que aún el feminismo tiene mucho trabajo pendiente, no podemos sino admirar y aplaudir el coraje de las compañeras iraníes. Un rayito de esperanza se cuela en nosotras. Vemos en ellas un modelo, pues están dispuestas a demostrar que Irán debe ser también un país para mujeres. ¿Qué hacemos nosotras sentadas en casa en lugar de acompañarlas con nuestro grito?

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