Diario Córdoba

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Casiana Muñoz Tuñón

aprender para contar

Casiana Muñoz Tuñón

La inspiración nos mueve

Estamos volviendo al epicureísmo, muy relacionado con el ‘mindfulness’ que todos abrazamos como nueva religión para calmar la mente

La vuelta al trabajo o a la vida ordinaria después de largas vacaciones, o las cosas que suceden a nuestro alrededor, las graves crisis que tenemos sobrevolando; cosas tan tremendas como la nueva anexión de territorios ucranianos, o cuando ves cómo hay personas que vivían su vida como nosotros y quizás de edad como la nuestra y son llamados a filas para defender territorios...

Todo eso, todas las cosas, nos llevan a reflexionar y nos agobia. En muchos casos, sobre todo recientemente, estamos volviendo al epicureísmo, muy relacionado con el ‘mindfulness’ que todos abrazamos como nueva religión para calmar la mente y ayudarnos a vivir con serenidad y una cierta resignación. El ‘mindfulness’, el yoga, la religiones orientales y no orientales, la búsqueda del silencio interior. Todo eso es fundamental porque, de otro modo, nuestra mente se pierde y gasta energía invirtiendo todos los recursos que tenemos en cosas que a veces no merecen la pena o que no está en nuestra mano resolver. Como bien dicen todos los artículos sobre este asunto que ahora inundan los periódicos y las revistas, nuestra mente es la peor enemiga que podemos tener si no sabemos usarla bien.

Pero mi reflexión hoy es que, además de eso, yo diría que, por encima de eso, hay que buscar alicientes, hay que buscar objetivos. Eso es lo que mueve el mundo y también lo que mueve a las personas. Yo no creo que baste con estar tranquilo, con estar sereno. En algunos casos y quizás cuando lleguemos a mayores a lo mejor, pero quizás ni siquiera entonces. Los objetivos nos mueven, los sueños nos dan energía y para poder tener objetivos, para poder soñar, lo que necesitamos es inspirarnos. La inspiración es el motor del mundo, es el motor del arte. Es lo que lleva a los escritores, a los pintores, a los escultores a crear.

La inspiración también es central para los científicos y cuando trabajamos para resolver un problema, un enigma, de alguna manera lo hacemos porque, en un momento de exploración, en un momento de atención y escuchando, atendiendo leyendo, de golpe, nos hemos inspirado. Ha habido algo que nos ha llamado tanto la atención como para dedicar nuestro tiempo a entenderlo. Y en este sentido me quiero detener en las imágenes del nuevo telescopio espacial ‘James Webb’; imágenes que nos hacen soñar, que nos hacen pensar. En las noticias que nos llegan del telescopio hay elementos de inspiración para casi cualquiera. Los tecnólogos idearán cómo mejorar los detectores de manera que todavía un «bicho tecnológico» como el ‘Webb’ pudiera hacer más cosas. Los artistas también verán en la belleza de las formas del Universo una fuente de inspiración y otros se podrán inspirar en las explicaciones que relatan lo que los telescopios desvelan y la física que descubren.

Los astrónomos también nos inspiramos con las imágenes del telescopio espacial y entre las imágenes de las galaxias hay una en particular que me fascina. Se trata de la imagen de la galaxia M74 (la número 74 del catálogo de Charles Messier hecho en el s. XVIII), también conocida como NGC628 (numeración en un catálogo más reciente, ‘New General Catalogue’ de finales del s. XIX) y también con los sobrenombres, galaxia fantasma y galaxia del abanico. La galaxia fantasma está a 32 millones de años luz; ya saben, la luz que nos llega salió de la galaxia hace todo ese tiempo, 32 millones de años.

Se nos presenta totalmente de frente y así nos muestra su estructura espiral en todo su esplendor. Es una de las favoritas de los astrónomos que estudian la formación de las galaxias espirales como la nuestra, la Vía Láctea. El Webb observó M74 con su instrumento en el Infrarrojo medio. Las imágenes en el infrarrojo (IR) nos muestran la distribución de los objetos que emiten calor y, además, la luz en esa longitud de onda puede traspasar zonas con gas o polvo que bloquean los rayos de luz en el rango visible. El IR desnuda las galaxias dejándonos ver su intimidad. La nitidez de la imagen IR del Webb nos muestra filamentos muy tenues de gas y polvo, la grandiosidad de los brazos espirales que con su estructura envolvente llegan hasta el mismo centro, el núcleo de la galaxia. Ahí, con nuestras gafas indiscretas, llegamos a ver el detalle de un cúmulo de estrellas, el núcleo de la galaxia, antes escondido tras una gran nube que lo ocultaba.

Pero el disco de la galaxia que antes conocíamos como algo neblinoso y lleno de luz difusa, en las nuevas imágenes revela agujeros. El disco tiene agujeros casi perfectamente circulares. Como si sobre la galaxia hubieran caído grandes meteoritos que crearan hoyos; El ‘Webb’ nos aclara que esas perfectas geometrías pueden surgir de la formación de estrellas. Los cúmulos jóvenes de estrellas con algunas de mucha masa y mucha energía pueden barrer el material que encuentran a su paso y crear estructuras esféricas casi perfectas. Tengo muchas ideas en la cabeza, solo con mirar y pensar y contarles lo que veo. Me inspira. Tengo que seguir pensando. Sigamos pensando, sigamos inspirándonos.

* Astrofísica

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