Diario Córdoba

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Aurora Genovés

TRIBUNA ABIERTA

Aurora Genovés García

Sola en casa

La soledad impuesta de las personas mayores tiene graves consecuencias para su salud física y mental

Pasear por las calles de Córdoba en un día de lluvia tiene su encanto. Recorrer las avenidas, evitar que te salpique el agua de los charcos, o meterte en ellos, sortear los paraguas ajenos sin obstruir la circulación tiene su recompensa si finalmente consigues llegar a una de sus pequeñas calles, vacías y silenciosas y oír el agua entre las piedras y te acuerdas que pronto hay que poner el brasero y que en nada de tiempo llegan los santos y la navidad y vuelves a pensar, como cada año, en lo rápido que pasa el tiempo.

Tras el pequeño balcón de una casa, veo a una anciana que acaricia a un precioso gato negro. Su mirada se pierde calle abajo, se mantiene inmóvil y ausente.

Puede que sea uno de esos hogares en los que vive una persona sola de más de 85 años, que en España, según los datos del INE son 580.000, el 16% de estas sin ayuda, la gran mayoría mujeres y viudas.

Cotejar los datos del INE es, a veces, muy descorazonador. El instituto estadístico califica como personas «mayores» a las personas desde los 65 años, que como todo el mundo ya sabe, son los nuevos 45, no en vano las indicaciones y consejos gubernamentales van en la línea de que se siga trabajando hasta los 67 o 70 años de edad ya que para el mundo laboral, esa edad no está vista como avanzada.

La soledad impuesta de las personas mayores tiene graves consecuencias para su salud física y mental, acelera los trastornos de demencia senil, aumenta la falta de memoria, la pérdida del apetito, contribuye a la falta de movilidad y a la depresión y, además, genera un sufrimiento injusto, inhumano para quien nos ha dado la vida.

Cada vez hay más ancianos, y cada vez más ancianos que viven solos. En pocos años tendremos una población envejecida que necesitará cuidados específicos para esta situación, cuidados de calidad, que pasen por respetar la personalidad, la vida cotidiana y las decisiones de cada uno de ellos, que con el paso del tiempo será para cada uno de nosotros, por que una persona mayor no es una persona inválida o incapaz necesariamente, es que sencillamente tiene más años y por ello otras necesidades.

La anciana sigue en su balcón mirando al horizonte, pero ahora veo que no tiene la mirada perdida. Está observando cómo cae la lluvia sobre uno de los Triunfos de San Rafael que adornan nuestra Córdoba y que se divisa al final de su calle.

Mañana es su día, el de los peroles, si no llueve. Final de octubre, el inicio del otoño que este año nos ha traído, por fin, la lluvia.

Puede que se llame Rafaela o Rafi. Parece tener más de 90 años. En su elegante distancia desafía el paso del tiempo. Noventa veces habrá celebrado su santo y ahora, con su gato negro, también le planta cara al día de Halloween.

Puede que el día de todos los Santos se acuerde de sus padres.

¿Quién se acordará hoy de ella?

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