Opinión | EL TRIÁNGULO
Usted es pobre
Oía a la portavoz Cuca Gamarra, lamentarse en el empeño del Gobierno por desempolvar la lucha de clases en la España del siglo XXI, que debe ser que con el efecto 2000, de cambio de siglo se evaporó, pero solo en nuestro país porque en el resto la persistencia en la batalla por la igualdad continúa. A Antonio Garamendi tampoco le gusta que se hable de ricos y pobres, le parece simplista y ya no les cuento al consejero de la Comunidad de Madrid que ni siquiera los ve, a los pobres, los ricos deben encontrarse en su círculo íntimo de amigos. Será casualidad o que no he prestado la suficiente atención, pero no he escuchado a nadie en «las colas del hambre» o al acabar de ser desahuciados de sus viviendas denostar este debate, y renegar de su condición de pobres y alimentar la invisibilidad de los ricos. Los ven, se dejan ver porque además les prestan atención, es lo que tiene mirar alrededor con un poco de perspectiva. Desde la pobreza se ve diáfanamente la posición de los favorecidos, porque produce un dolor íntimo, no revanchista, en el mayor de los casos casi de resignación que es a donde te lleva a veces un camino lleno de dificultades.
Decía la portavoz parlamentaria del PP que no se trata de acabar con la riqueza sino de acabar con la pobreza, y les prometo que me parecía escuchar la contestación de los dirigentes del PCE cuando se les recriminaba por ser comunistas y comer gambas, una incompatibilidad genética que le preocupaba mucho a la derecha en el comienzo de la democracia. Si es que en este mundo tan regirao los conceptos se han vuelto tan polisémicos que libertad, solidaridad, ya no les digo la interterritorial o clase media se adapta a una cosa y a la contraria según en la boca que se pronuncie.
Pero se pongan como se pongan pobres hay, a millones y usted y yo estamos más cerca de eso que de rozar en algún momento la clase privilegiada. Como decía Agustín García Calvo, desengáñese, usted es feo, usted se parece poco a las personas que aparecen en las marquesinas de los autobuses, ni siquiera en los catálogos de los supermercados. La mayoría somos feos, igual que a la mayoría no nos afecta el impuesto de Patrimonio, ni nos rozan las bajadas de IRPF, sí sus consecuencias, porque necesitamos de los servicios públicos para gestionar nuestra vida.
Incluso aquellos que se han creído la evitabilidad de la inversión pública no podrían costearse una sanidad o una educación privada financiada al 100% por ellos mismos, pero la fábula sobre la inexistencia de la clase trabajadora se ha extendido tanto que la redistribución en lugar de una solución se ve ahora como un problema. Objetivo conseguido.
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