Diario Córdoba

Diario Córdoba

Ana Castro

El cuerpo en guerra

Ana Castro

Incurables, pero no incuidables

Este año decidí tomarme un descanso de mi activismo por la visibilización del dolor porque estaba exhausta de tanta entrega. Necesitaba que la causa fuera yo: cuidarme. Eso no implica que las fechas señaladas pesen menos y el próximo lunes día 17 es el Día Mundial del Dolor. Es más, este 2022 es aún más importante para mí: será la primera vez desde hace más de un año que acuda a una cita con la Unidad del Dolor. Leéis bien: más de un año de espera para ser tratada por el equipo especializado que más necesita mi cuerpo. Así es para la mayoría de nosotros: esperas eternas para una consulta en la que resumir todo un año de crisis, nuevos síntomas, nuevos dolores...

En mi caso, me levantaré, contendré los nervios y las náuseas, me obligaré a desayunar y abrazaré y acariciaré mucho a mi gata mientras hago tiempo para salir de casa. 10 minutos en metro, más nervios y el recorrido de siempre en el hospital. Me espera una de las consultas más difíciles de todas: ya no queda ningún tratamiento intervencionista por probar, ninguno ha funcionado. Es más, el último me empeoró muy significativamente durante un tiempo. Dos meses en la cama con dolor 9 por probar a ver si esa vez... Por seguir luchando. Y nada. Solo puedo esperar quizás una subida de medicación. A cada paso, estoy más cerca del final: vivir recluida en mi propio dolor o a expensas de la morfina, esa que necesito que me pinchen en urgencias en las crisis muy agudas.

Esta es solo una de las 8 millones de historias parecidas de personas afectadas con dolor crónico en España, el 27% de la población. Sí, ya hemos aceptado que somos incurables e invisibles, el sistema nos ignora y no sabe qué hacer con nosotros (y eso que suponemos un gasto anual significativo: 2,5 millones del PIB), la sociedad nos silencia... Ni siquiera podemos acudir en la mayor parte de los casos a las manifestaciones y convocatorias que buscan visibilizar nuestra patología y... ¿Qué hacer desde la cama con un dolor continuo de media grado 8?

Solo nos queda la fortaleza del compañerismo entre nosotros, ese estar ahí incondicionalmente de las personas que nos aman y los cuidados. Con el tiempo he aprendido que cuidar y dejarse cuidar es la máxima forma de amor: mostrarse al otro en toda tu vulnerabilidad, admitir que no puedes sola, que necesitas ayuda, y encontrarte con unos ojos y unos brazos que ven más allá de tu cuerpo, que son refugio, seguridad y que hasta consiguen sacarte una sonrisa en los peores momentos. No hay mayor muestra de entrega.

*Escritora

Compartir el artículo

stats