Diario Córdoba

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manolo fernández

FORO ROMANO

Manuel Fernández

La vida y el arte desde el Loco a Nemesio

Se ha ido Nemesio, maestro de toda la vida en Villaralto, quien hacía la viñeta de los domingos en este periódico

Nemesio Rubio en una exposición de sus viñetas. Chencho Martínez

Mi padre seguía en la mesa terminando el postre y yo fregaba los platos en el fregadero del corral mientras ambos oíamos en la radio el programa Estudio 15-18, que lo hacían Jesús Quintero, Marisol del Valle, Eduardo Sotillos, Jesús Puente y Alfonso Eduardo. Eran los finales de los años setenta y la emisora que escuchábamos Radio Nacional de España, porque ofrecía el mejor sonido. Luego, una noche, no me acuerdo del nombre de la emisora, escuché a Jesús Quintero que estaba haciendo un programa que me resultó especial por su estilo de música, largos silencios y preguntas fuera de toda vulgaridad. Su nombre no era menos atractivo: El Loco de la Colina. A partir de esa noche entendí la creatividad en la radio ajena a toda esa hojarasca de palabras que llenaban espacios desde el amanecer hasta la noche pegadas a la publicidad.

Con el tiempo, en un verano de prácticas en Sevilla, conocí a Paco Correal, periodista con imaginación y creatividad, que me habló del Loco de la Colina, de sus programas de radio y de que él, Paquiño, había trabajado en algunos de sus guiones. De Quintero me acuerdo en el cine Alcázar pero, sobre todo, en la Fundación Gala, donde siempre ha habido imaginación, creatividad y esa forma de ser de los humanos que se convierte en un atractivo. Antonio Gala, casi la mejor forma de decir; Jesús Quintero, un periodismo tan libre como la imaginación; Jesús Vigorra, la profesión periodística desde la realidad a la exquisitez; y entre los espectadores, Julio Anguita, la política convertida en filosofía y compromiso. La Fundación Gala, en la calle Ambrosio de Morales, donde el escritor cordobés de Brazatortas habita como escondido, es ese espacio mágico donde el periodismo se manifiesta con la rotundidad del ser humano cuando no se deja avasallar. Lo que siempre hizo Jesús Quintero, El Loco de la Colina, cuando hablaba por la radio y la tele. Un artista de las preguntas, los silencios y las palabras esperando respuestas.

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Selección de viñetas de Nemesio Rubio para Diario CÓRDOBA Diario CÓRDOBA

Ahora se ha ido. Lo mismo que Nemesio, natural de El Viso y maestro de toda la vida en Villaralto, quien hacía la viñeta de los domingos en este periódico. Otro artista, este de los colores. Nemesio Rubio Pedrajas era mucho silencio y bastante reflexión. Unos ojos que a veces te pedían un cigarro en mitad de unas cañas después de un comentario lleno de sutileza e inventiva. Antes de ponerse a pintar acuarelas, su otro mundo. Sus acuarelas han convertido el atraso de los campos de Los Pedroches en arte, el paisaje rural en una filosofía de colores y las encinas y dehesas en una contemplación de los sentidos que han redimido esos terrenos por donde nos hemos criado. El arte es la particular contemplación de cada ser humano del mundo cuando la convierte en belleza. De chicos nos íbamos a jugar por esos campos perdidos en donde nos entreteníamos con las albercas de agua con verdina y los árboles con peras y melocotones. Ahora, de mayores, aquella experiencia juvenil se ha convertido en el espacio del arte y nuestros recuerdos y vivencias, en la contemplación de unos cuadros que nos remiten a un tiempo en el que empezábamos a comprender el mundo. Por ejemplo, Hinojosa y su iglesia, que es como una catedral cuando la observas sin más códigos que los que inspira la belleza. O en la torre de la iglesia de El Viso, una arquitectura ligada a los Reyes Magos y cuya admiración siempre dependía de las corridas de toros de la plaza del Ayuntamiento. Y están los campos, esos espacios por donde nos hemos construido por veredas, caminos y cañadas que recorríamos siendo muchachos, antes de que hiciéramos, junto con Nemesio, la revista El Jardal, cuando buscábamos el amor por los trigales. El arte de las acuarelas de Nemesio es convertir en sueño y belleza cualquier pasaje cotidiano: como un coche eternamente aparcado en la puerta de mi casa en Villaralto, una vereda sin rumbo trocada en camino de mil direcciones o la torre de una iglesia que en su interior guarda una melancolía de siglos. Hay acuarelas que dibujan un mundo en el que el árbol, la yerba, las fachadas de las iglesias y los cielos son esa realidad nacida del arte que transforman la objetividad en belleza. Lo que hizo el Loco con la palabra y lo que solía hacer Nemesio Rubio cuando convertía el mundo que veía en una viñeta para el periódico o un cuadro de acuarela, la pintura que le inspiraba.

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