Diario Córdoba

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Ana Castro

el cuerpo en guerra

Ana Castro

Las de la última fila

Sobrevivimos gracias a las amigas. Están ahí siempre disponibles, con esa manera de radiografiarnos mentalmente y saber exactamente qué nos pasa. Nos conocen, más que nosotras mismas en muchos casos y son las encargardas de tirarnos a la cara las verdades que no queremos reconocer y duelen. Ese espacio para ser nosotras mismas y reír, llorar, bailar, gritar...Y hacernos abrir los ojos, que a estas alturas ya sabemos que puede que el amor salga mal, pero ellas nunca.

La primera serie de Daniel Sánchez Arévalo (’Azuloscurocasinegro’, ‘Primos’, ‘Gordos’...), ‘Las de la última fila’, refleja todo eso y más: el compromiso de permanecer unidas a pesar de las sacudidas de la realidad. El director, que ya se había adentrado en reflejar la camaradería masculina en algunas de sus películas, explora ahora un terreno nuevo para él: la intimidad y sororidad femenina. Aunque en sus trabajos siempre ha primado la comedia, en este caso va más allá y coquetea con la tan afamada ahora dramedia, si bien la serie pone una sonrisa en nuestro rostro casi todo el tiempo.

El planteamiento ya de por sí promete: un grupo de amigas de toda la vida se adentra en un viaje antes de que una de ellas comience su primer ciclo de quimio. En él queda prohibido hablar del cáncer. Como primer paso, todas se rapan el pelo a lo Jo March ante el espejo como acto de solidaridad y amor hacia las otras. Pese a la presencia silenciosa de la enfermedad, prima disfrutar de estar juntas y poner a prueba los límites de su amistad y de ellas mismas.

De hecho, no solo los espectadores desconocen quién es la afectada hasta el último episodio, sino que las actrices tampoco contaban con este dato hasta llegar a la grabación del mismo. De fondo, el azul intenso de la costa gaditana, sus calles de casas blancas encaladas, mercadillos, un barco y una banda sonora predominantemente femenina. Además, a los fans de la película ‘Primos’ les estará esperando uno de sus personajes a modo de autoguiño y se cruzará por ahí un breve cameo de Rigoberta Bandini, con su guitarra firmada por Julio Iglesias.

¿Cosas que chirrían? Algunas, sí, que les restan realismo a la historia: solo unas amigas muy adineradas podrían permitirse semejantes vacaciones. Además, el rol asignado a cada una de las protagonistas parte de un cliché, de una etiqueta de la que ellas mismas se ríen continuamente. ¿Lo mejor? Que sabemos que el final solo es el principio de otro viaje que, como todo, también pasará.

*Escritora

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