Diario Córdoba

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PASO A PASO

Francisco Dancausa

Quintero

«Pasó por aquellos anfiteatros mediáticos disfrazándose de sí mismo y desnudando a las almas de muchos que si no hubieran sido por sus entrevistas jamás hubiéramos conocido»

En este gran teatro del mundo donde quien más y quien menos representa un papel, el principal reto de aquellos que van más allá de las apariencias es conocer qué hay más allá de las máscaras, de los clichés, de los estereotipos. Y, por supuesto, de las circunstancias. Tal vez, antes de aparecer en este gran coliseo de la vida hemos elegido tal o cual papel en función de aquello que hemos de expiar. Somos como perfumes más o menos depurados con los envases cambiados. Algunos perfumes baratos en frascos caros y viceversa. Es por ello que uno de los alicientes que bien pudiera tener ese ejercicio de conocer quién es quién en este ruedo de la vida, es mirar a los demás más allá de su envase, de su estantería e incluso del lugar donde ha ido a parar o a caer. Esta perspectiva o visión está claro que no solo no es nada materialista, sino que es descaradamente espiritual. Una palabra o concepto que a bastantes les da sarpullido. Y a otros infunde una sana filia. El caso es que no pasa por indiferente. Y así es como aquel Jesús Quintero que en estos días ha dejado el gran drama del mundo pasó por aquellos anfiteatros mediáticos disfrazándose de sí mismo y desnudando las almas de muchos a los que si no hubiera sido por ese conjuro mordaz, sobrio y místico de sus entrevistas jamás hubiéramos tenido el privilegio de conocer. Quintero fue un maestro de la vida. No de la suya como todo buen maestro que se precie, sino de la de los demás, pues su pedagogía más allá de ese baile de máscaras fue el arte o la necesidad de mirar a los demás directamente al alma. Y ya de paso, como en los mejores ejercicios de pasión desnudar aquello que se desea o se ama, o se quiere conocer. Quintero se fue, tal vez hace mucho tiempo, pero los personajes que nos descubrió los seguimos teniendo a nuestro lado para descubrirlos nosotros. Un testamento universal propio de un loco, el de la colina.

*Mediador y coach

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