Diario Córdoba

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Rosa Luque

ENTRE VISILLOS

Rosa Luque

Deseos cumplidos

La limpieza de los Sotos de la Albolafia es una buena aunque tardía noticia

Algunas veces se cumplen los sueños. O los deseos, que para el caso es igual. Pueden ser afanes personales o aspiraciones ciudadanas, y en ambos casos, sobre todo cuando se está acostumbrado a recibir poco, la dicha va más allá de lo que cabría esperar en buena lógica. Es lo que ha pasado con el anuncio de que han llegado las máquinas a los Sotos de la Albolafia para limpiarlos por fin, que no es lo mismo que anunciar que llegarán pronto, un día de estos, que sí que habría sonado al típico brindis al sol al que nos tienen acostumbrados los políticos, un amago y nada más. Después de años clamando por un buen desbroce que elimine el aspecto selvático de esta parte urbana del Guadalquivir, monumento natural protegido desde 2001, ves en la prensa a los técnicos en la Ribera con cascos y chalecos reflectantes y te embarga la emoción. Ya están aquí, te dices casi sin creértelo, con un buen esquema de trabajo trazado para diez meses -que ya avisan que pueden ser más, según las condiciones ambientales, pero lo contrario sería ciencia ficción-; con dinero a mano para ejecutar un proyecto presupuestado al céntimo -exactamente 416.713,83 euros según informaba Irina Marzo en este periódico-, se supone que a salvo de cálculos vaporosos que se quedan cortos desde el principio. Y, cuestión importante, con la intención de no actuar sin el visto bueno de la Plataforma Río Vivo, para evitar polémicas como la generada en la última actuación de hace casi dos lustros, que no acabó de convencer a nadie.

Y es que en esto, como en todo lo que se planea en Córdoba, cada cual tiene su opinión. Que si se poda poco, que si se poda mucho, que mejor no tocar nada, que así es la rosa. En esto último, lo de dejar que la vegetación se expanda a sus anchas en uno de los paisajes naturales más deslumbrantes de la provincia -solo el meandro del río a su paso por Montoro y la Cueva de los Murciélagos de Zuheros poseen también calificación monumental- los expertos niegan la mayor. Es imprescindible intervenir, argumentan, pues de lo contrario los sotos acabarían colonizados sin remedio por especies exóticas, como ya ocurre, que desplazarían hábitats y animales. Y no hay que olvidar que nada menos que 120 especies de aves anidan en la zona; un enclave singular que, con sus molinos ahora semiocultos por la maleza -entre ellos el de la Albolafia, emblema de Córdoba- y la contundente belleza que exhibe a la caída de la tarde, propicia una de las postales que más se llevan los turistas en sus móviles cuando pasean por el Puente Romano en la hora violeta.

La limpieza emprendida por la Junta de Andalucía con fondos europeos cuenta con la colaboración de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, responsable de la cuenca y las riberas, y del Ayuntamiento, competente en este tramo urbano incluido en la declaración de Patrimonio de la Humanidad. De modo que debe de entenderse que no surgirán esos piques institucionales capaces de frustrar las mejores intenciones. A grandes rasgos, la obra consistirá en clarear el arbolado invasivo y desbrozar matorrales para abrir huecos en el sotobosque y favorecer otros hábitats como las praderas húmedas. Así, se cortarán eucaliptos y se eliminarán cuantas cañas sea posible y, cuando los árboles permitan ver el bosque, se instalarán señales en todo el perímetro. Hasta se baraja, si hay consenso, hacer senderos por la margen derecha que inviten al paseo o al avistamiento de aves. Al fin una realidad tangible en esta ciudad de grandes esperanzas. A ver cuándo podemos decir lo mismo de la Biblioteca de los Patos, sobre la que ya no caben más pretextos para postponer su estreno.

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