Diario Córdoba

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Marisa Vadillo

LA CAFETERÍA DE ASPASIA

Marisa Vadillo

Los retratos de la reina

Es incuestionable que la reina Elizabeth II del Reino Unido es un símbolo mundial. Su figura tiene algo fascinante, tanto por su lejanía como por su omnipresencia histórica a lo largo del siglo XX. Los ingleses --y parte de los medios de comunicación españoles, que les ha entrado como un arrebato monárquico extranjero-- se han centrado estos días en hacernos saber cómo de importante es su figura para el pueblo británico. La BBC británica ha entrado, directamente, en una catarsis en bucle; lo que no deja de ser admirable ya que, normalmente, esa atención se suele dedicar a figuras masculinas.

Hasta han hablado de arte. Curiosamente, el último retrato de la reina lo realizó la catalana Miriam Escofet. Un retrato correctísimo de figura completa y sentada, con una composición amable, digna e interesante simbólica e institucionalmente. Escofet retrata a la reina de un modo íntimo, pausado, maduro, con un dominio técnico y un alarde digno de elogio. Esa reina podría ser la abuela de cualquiera de nosotros, pero no una abuela como la pintaría, por ejemplo, la artista Virginia Bersabé quien captura con osadía la memoria, el tiempo, en el cuerpo de ancianas que no reinan.

No obstante, a lo largo de la historia Elizabeth II ha sido el tema de numerosos retratos. Desde el retrato lleno de planitud pop que le hizo Warhol presentado en 1985 con la colección Reining Queens hasta mi obra favorita de ella: el retrato que le hizo Lucian Freud. Un minúsculo lienzo de 23,5 x 15,2 cm. ocupado solo por su rostro. No se puede contar más en menos, ni reducir más físicamente un retrato con corona. El retrato es psicológico, descarnado, atrevido, salvaje. Hay que tener mucha osadía para reducir a un regente a ese tamaño, para tratar las sombras de su barbilla de un modo tan violento, para no ser complaciente ni en la pincelada, ni en la gama cromática, ni en el formato. Considerado como un ‘regalo personal del pintor’ y no un retrato oficial, tiene algo de careta, de muñeco, de carga, la tensión de su boca. Es mucho más que una persona o una reina, es mucho de lo que somos todos como humanos, tan payasos como reyes.

Joyas que nos regalan los artistas y que te hacen pensar -en vez de God save the Queen!... God save the artists!

* Artista y profesora de la Universidad de Sevilla

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