Diario Córdoba

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Carolina González

el triángulo

Carolina González

Cosas de críos

Libros recién forrados, mochila y estuche por estrenar, agendas con decenas de páginas por llenar, nervios por cambiar de clase, ganas de volver a jugar en el patio... Así suelen ser los inicios de curso para la mayoría de alumnos. Da igual si es primaria o secundaria, si es colegio público o privado, o si tienen que ir a madrugadores, quedarse al comedor y hacer extraescolares para que sus padres concilien una vida irreconciliable. La ilusión de volver al colegio o al instituto y recobrar la normalidad acaba resultando compatible con la pereza de dar por finalizadas las vacaciones y cambiar el sol por el cierzo.

Sin embargo, toda esa rutina puede convertirse en un suplicio para algunos niños. La cara más sombría y triste de este regreso a las aulas es la de Saray, la niña de 10 años que intentó suicidarse arrojándose por el balcón del tercer piso donde reside con sus padres aprovechando que se encontraba sola. No aguantaba más. Según han contado sus progenitores, sufría el acoso continuado por parte de algunas compañeras de curso. Insultos y agresiones. Supuestamente Saray había alertado a su tutora del infierno que estaba padeciendo desde el curso pasado. Ella repetía, pero sus verdugas, aun habiendo saltado a 5º, perseveraban. En dos días, Saray vio que reviviría el mismo castigo y no lo dudó.

Este caso, a falta de esclarecer, investigar y comprobar todas las versiones (padres, directora, profesores, alumnos) evidencia, una vez más, que algo falla. Desde hace unos años existen protocolos específicos para detectar y tratar el bullying, pero si se minimizan las posibles situaciones de peligro, no se utilizan las herramientas existentes y se deja la solución en manos de los propios niños no hay manuales que valgan. Porque la manida explicación de que es cosa de críos es real. Quizá ahí es donde hay que actuar. En hacerles ver que aunque son comportamientos que siempre han existido, existen y existirán, son erróneos, peligrosos e injustos.

Entre niños son habituales las riñas, los insultos, los liderazgos... también la frustración, la rabia o la intolerancia. Experimentan sensaciones nuevas y vivencias inéditas para las que no se encuentran preparados. Se encuentran en una fase de aprendizaje total. Por eso deberíamos darles las herramientas imprescindibles para enseñarles a manejar las situaciones más delicadas. Que ellos se recriminen unos a otros las actitudes equivocadas. No sé si tiene el mismo impacto que una madre o un profesor les diga que no hagan algo a que se lo diga otro compañero de pupitre. Démosles conciencia y responsabilidad. Convirtámosles en referentes unos de otros. También para lo bueno.

* Periodista

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