Es la hora de salir de casa para muchos niños y niñas que vuelven al cole. Justo en la puerta, con todos los bártulos preparados, hasta el mismo curso pasado estaba la pregunta de los padres o madres de «¿llevas la mascarilla?». Este curso que comienza bastantes niños y niñas no llevarán la mascarilla, pues ya que lo que establece la normativa es la retirada de la obligatoriedad. Por tanto, será voluntario. Independientemente de la polémica sobre la conveniencia de llevar o no el tapabocas para los niños, en función de la conveniencia profiláctica.
Las mascarillas se han venido revelando como un hándicap dentro del ámbito educativo ya que la comunicación en todos sus aspectos es imprescindible y está claro que no poder comunicarse con la ayuda de los gestos faciales ha representado una traba a la hora de comunicar las emociones. Sobre todo para los más pequeños, que aún no han desarrollado el lenguaje y la comunicación verbal, es fundamental. En este sentido, tal ha sido la preocupación de algunos docentes con respecto a esta falta de comunicación gesticular que han llegado a recomendar a los padres y madres mascarillas transparentes para sus hijos. Y claro, también para la maestra o el maestro, sobre todo en educación infantil para que los peques pudieran ver sus caras. Y qué contar de lo que hay que impostar la voz cuando entre nosotros y nuestro interlocutor existe cualquier tipo de mascarillas. Las gargantas durante la pandemia han dado buena cuenta de ello.
Y como decíamos, la mascarilla había secuestrado la expresión de nuestras emociones y con ello el sentido de lo que queremos decir. Es cierto que los ojos de los alumnos dicen muchas cosas, pero este curso además de volver a comunicarnos óptimamente, será muy reconfortante verse las caras dentro de las aulas.
* Mediador y coach
