Diario Córdoba

Diario Córdoba

Juan Niza (1).jpg

entre líneas

Juan M. Niza *

‘Influencers’, influenciables y llegar a fin de mes

Ahora surgen nuevos atajos para asegurar el futuro, como esa histeria por las criptomonedas

No quiero desvirtuar una campaña publicitaria tan bien traída, tan fina, tan cara y con modelos tan guapos, tatuados y horadados por ‘piercings’ como la de un banco que habla de sus buenos servicios para una generación con una enorme movilidad, en todos los sentidos, y a la que la llama «nómada». Pero no puedo evitar un risita para mis adentros cuando veo el anuncio. Porque es cierto que tras los mileuristas (que empezaron el siglo con unos miserables mil euros de sueldo que ahora son envidiados), los ni-ni (ni estudian, ni trabajan ni ya tienen esperanzas) o los ‘milenials’, cuya mayor virtud fue ser nativos digitales a costa de ignorar el mundo clásico y ‘analógico’, ahora hay una generación de «nomadas». Y es que, con acento andaluz y abriendo la vocal «e», efectivamente hay una ingente cantidad de jóvenes y no tan jóvenes a los que «no-ma-da ni para llegar a mediados de mes», «no-ma-da para poner el aire acondicionado» y «no-ma-da para soñar con independizarme».

Tampoco es un fenómeno nuevo. «Nó-ma-das» han habido siempre y en el fondo todos somos «no-ma-das», porque nadie tiene asegurado su futuro al cien por cien. También en todas las épocas se ha soñado con mejorar y dejar de ser ‘no-ma-da’, bien sacando partido a algún don de nacimiento (lo de ser agraciado o genio del deporte siempre ha funcionado) o la otra opción: estudiando mucho y trabajando aún más, aunque ello tampoco te garantiza nada. Y luego están los atajos de la fortuna, esos caminos que con poco esfuerzo nos prometen riquezas sin cuento, que se mitifican y siguen miles de soñadores tras la estela de apenas dos o tres a los que realmente les fue bien.

Desde siempre, el atajo de los atajos entre la miseria y la gloria era lograr subir peldaños por las armas, descubriendo o conquistando tierras lejanas o simplemente, emigrar a países idealizados. Otros sueños era encontrar un tesorillo dejado por los moros y, desde 1811, año de la creación de la lotería moderna, que a uno le toque el gordo. En las últimas décadas, ahí estuvo el mito del ‘pelotazo’, que creó toda una cultura, o del chavalote que dejaba los estudios y en tres años en la construcción ganaba el doble que un catedrático... Hasta que llegó la crisis de 2008 y estalló la burbuja inmobiliaria. Y como emblemático en el siglo pasado estaba lo de convertirse en un torero de fama, que ya lo dijo El Cordobés: «Más cornadas da el hambre».

Ahora surgen nuevos atajos: está esa histeria por las criptomonedas o esas sectas que esconden estructuras piramidales. Y lo de ser ‘influencer’. ¿Para qué formarme y trabajar si puedo contar mi maravilloso día a día a otros que se suponen interesadísimos en ella? Luego, solo queda convencer a una empresa de que soy un monstruo vendiendo productos y... ¡A vivir en Andorra! Pero me pregunto... ¿Cuántos años puede uno mantenerse en la cumbre sin, a fin de cuentas, contar nada? Y es más: ¿Hay influenciables reales para tanto ‘influencers’ o muchos ‘likes’ comprados y perfiles falsos?

Así que quizá no sea mal consejo, tenga uno la edad que tenga porque afortunadamente en estos tiempos nunca es tarde para reinventarse, la de seguir ese camino de la formación y el trabajo duro, que ya he dicho que no es garantía de nada. Pero al menos no precisa de influenciar a cientos de miles de influenciables cuya mayor aspiración es... influenciar a otros tantos.

Compartir el artículo

stats