Diario Córdoba

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Jose Manuel CuencaToribio

HISTORIA EN EL TIEMPO

José Manuel Cuenca Toribio

El nacional catolicismo

Suscita desde hace años la crítica de los estudiosos y críticos ‘progresistas’

El retorno del nacional-catolismo al primer plano de la actualidad política en nuestro país y en el mundo hispanoamericano ha devuelto actualidad e interés a una cuestión historiográfica envuelta en polémica desde sus mismos orígenes. El catolicismo como fundente indiscutible del ser histórico español suscita desde hace decenios la crítica más reluctante de los estudiosos y críticos «progresistas», al considerar tal posición como ejemplo insuperable de un supremacismo de base etnicista opuesto per diametrum a una visión civilizada del pasado, e instrumentalizado por muchos regímenes dictatoriales como plataforma esencial de su ideario. Muy por el contrario, la realidad histórica demuestra en el caso español que su nacionalismo estuvo por entero alejado de cualquier visión racista, por cuanto el espíritu que alentó en su formulación fue justamente la defensa -en muchos casos, exaltación- de una religión de carácter universal y fraterno, cuya propagación por el Nuevo Continente constituyó la argamasa fundamental del nacionalismo hispano desde sus orígenes en las Cortes de Cádiz hasta los mismos días del franquismo. Otros elementos, por lo común, de índole castrense, se añadirían adventiciamente a dicha columna vertebral, pero sin modificar su jerarquía intelectual ni expositiva. Con la excruciante y malhadada guerra civil de 1936 se abrió la mejor oportunidad contemporánea para su revitalización en gran parte de la taraceada sociedad hispana, al ser instrumentalizada a gran escala por la propaganda del bando que resultara vencedor, no obstante el agnosticismo de una extensa porción de sus elites políticas y, en especial, culturales. Empero, el que su exégeta y defensor más relevante fuera -y a gran distancia- un catalán acrisolado y un eclesiástico de envergadura humanística de relieve solo comparable al de su coterráneo Jaume Balmes (1810-48), el cardenal primado Isidoro Gomá (1869-1940) disipa cualquier recelo acerca de la exacerbación de sus tesis más estrictamente seculares y aún menos de reluctante raigambre etnicista.

Por último, el rebrote y expansión en la Rusia de Putin de un credo de similares características corrobora la urgencia de reflexionarlo sine ira et studio. Así se afanará por hacerlo la pluma del anciano cronista en próximos artículos...

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