Diario Córdoba

Diario Córdoba

Jose Manuel Ballesteros Pastor

A mi perrita mamá

Siento confesarte que estoy muy triste, perrita mía. Ya sé que no son palabras para un final de verano, pero es que no he hecho bien contigo, y no sé escribir de otra cosa. Lo siento. Este verano te escapaste y te quedaste embarazada. Para mí era un problema. No podía ocuparme de tus cachorros, los gastos, el sitio... ¿Qué hacía yo con cinco cachorros entre tantas ocupaciones? Decidí que no podía. Cogido por el agobio, decidí por ti y por ellos. Te llevé a abortar. Lo siento, perrita mía. Sé que sufres mucho, y tu sufrimiento cae sobre mí. Me miras con unos ojos que son la misma tristeza. A veces, sin motivo, estás echada a mis pies y te sale un lamento entrecortado, débil, que llena el silencio de la casa con una pena que yo no he sentido nunca. Otras veces, te levantas de pronto y vas de rincón en rincón, husmeando como si buscaras algo que has perdido y que necesitas más que nada. A veces, te echas a mi lado, intentando dormir, pero no puedes. A veces, vas a la ventana y te quedas horas mirando al cielo, con esos ojos que han perdido una alegría que ya nada te puede dar, por más que te saque de paseo, te hable, te lea mi poema que tanto te gustaba, te dé una golosina. Apenas comes. Sólo me miras y callas. Y esa mirada en ese silencio es para mí de un dolor tan hondo que casi preferiría que me gruñeses o te fueras. Lo siento, perrita mía. Ya no hay solución. Siento haber decidido por ti, pensando en mi comodidad y en mis problemas. A veces, sufro tanto que me reprocho por qué te traje conmigo y te ofrecí mi amor. ¡Eras tan tierna recién nacida! A veces, me miro y me veo que no me merezco tanto como me has dado desde el primer momento que nos vimos. Estoy sufriendo el infierno: tomar conciencia de que he cometido una falta de amor y ya no puedo dar marcha atrás. Ya sólo puedo pedirte perdón y ponerme en manos de tu amor. A veces, por las noches, cuando siento tu calor en mis pies, y oigo tu respiración, y siento las sacudidas que das entre sueños, si es que duermes, el sufrimiento me acosa con imaginaciones. Te veo con tus cachorrillos, jugando, cada uno con su manera de ser, su hociquillo, sus orejillas, su rabillo, los recoges en el cesto, les das el pecho, corretean, aguantas sus travesuras, con esa paz que sólo da tu amor de madre.

 ** Escritor

Compartir el artículo

stats