Diario Córdoba

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Manuel Piedrahíta

Baño nocturno bajo las estrellas

«Años antes veraneábamos en Albendín y nos bañábamos en el Guadajoz, un río entonces como Dios manda»

He visto en el CÓRDOBA una piscina pública que ha ofrecido horario nocturno. Me ha retrotraído a mayo de 1971. Al bajar del avión en el aeropuerto de Phoenix, Arizona, junto con otros colegas europeos durante una visita por Estados Unidos, creí estar en Córdoba, pero en agosto. Al llegar al hotel, ya de noche, la piscina estaba casi llena de bañistas. Muy pronto los imitamos. En cuestión de piscinas, aparte de la citada, tengo experiencias curiosas. Durante mis inicios periodísticos hice un reportaje en varios hoteles madrileños con piscina en la terraza. Me bañe en uno de la Gran Vía donde se mezclaba lo húmedo del bañador y unas vistas inéditas. Volviendo mi mente muy hacia atrás, en la mayoría de los pueblos cordobeses no había piscinas públicas. Años antes veraneábamos en Albendín y nos bañábamos en el Guadajoz, un río entonces como Dios manda. Y como música melancólica de fondo, la que proporcionaba una noria repleta de cangilones. Era maravilloso. También íbamos en bicicleta a la huerta de mis amigos los Valdelomar. Nos bañábamos en una alberca para el riego. Comparando ese baño con el de una especie de piscina donde flotaba un aceite de máquinas para dar luz eléctrica, en plena Baena, la diferencia era muy grande. «No abráis la boca» se nos decía y no nos pasaba nada grave. Pero por fin hubo en Baena una piscina pública con su correspondiente salvedad. Primero se bañaban las mujeres y luego los hombres. En fin, hoy raro es el pueblo que no tiene una magnifica piscina pública. Se democratizó el baño que en la proliferación de las privadas solo se admitían a familiares y amigos.

*Periodista

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