Diario Córdoba

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Marcos Santiago Cortés

Entrenador con cuernos

Lo más raro de todo es que falle el que más preparado se supone para la empresa en cuestión

Este verano es raro. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor y por eso es raro? Indudablemente, ese refrán tiene mucho sentido. Pero ¿y si ahora va ser verdad que estamos en un tiempo raro? De todas formas, lo raro, lo que se dice raro, es cierto que es una constante que parece estar siempre está presente en nuestro mundo. Pero ahora se está cebando. Pero lo más raro de todo es que falle el que más preparado se supone para la empresa en cuestión. Tanto, que parece que no es que se equivoque, sino que elige una mala opción a cosa hecha por algún interés siniestro. Lo raro viene cuando los que hacen cosas inexplicablemente erradas son los que deberían tener más diligencia. Yo recuerdo de chico en el fútbol, cuando la selección no ponía de titular a jugadores que eran mucho más rápidos y efectivos y ponían a otros que rendían mucho menos en todos los aspectos. Luego, con el tiempo concluí, que los patrones de elección no consistían necesariamente en la admirable calidad futbolística del jugador sino en otras cosas que no vienen al caso pero que tenían que ver con intereses ajenos a la belleza y disfrute del balompié. Ahora veo que en la política internacional está pasando algo parecido, que se seleccionan decisiones que no atienden a soluciones eficaces ni a genialidades sino a estrategias a las que no les importa dilatar el problema. Porque vamos a ver, ustedes lo están viendo como yo: después de una pandemia mundial que ha ridiculizado a las férreas fronteras y a todo patriotismo tecnológico y que nos ha matado a todos nuestros seres queridos sin sentimiento alguno no ya de culpabilidad sino de la más mínima delicadeza porque han muerto solitos sin calor de nadie, pues resulta que la raza humana no aprende la lección con esta agresión vírica que debería haber extendido la comprensión entre los pueblos más que el virus y en cambio, precisamente ahora, se enzarzan en guerras por doquier pero además entre países que se suponen de primera línea de responsabilidad ecológica de la Tierra. Pues fíjense ustedes que como cuando yo era chico que no alineaban a los mejores futbolistas porque parece que conseguir la copa era lo de menos, hoy, que todos los esfuerzos deberían ir encaminados en la tecnología farmacéutica y ecológica, se lanzan bombas unos a otros como si la vida y este planeta fuesen infinitos. Rusia invade Ucrania, EEUU y China se pelean por una isla chiquitilla, y ahora, Israel reanuda los bombardeos a Gaza. Dios mío ¿qué está pasando? ¿Por qué los que tienen más estudios no paran todo esto? Yo no sé muy bien quien es el entrenador de este juego que es la vida humana en la Tierra y que tan malas decisiones está tomando. Pero si no es el diablo, se parece bastante.

** Abogado

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