Diario Córdoba

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el triángulo

Carmen Lumbierres

En busca del líder amable

Juanma y Pedro han decidido que necesitaban como refuerzo de su liderazgo unas dosis elevadas de amabilidad, uno más que otro tenía ya esa capacidad de afabilidad pero los dos se han dispuesto a ello con el afán de los deberes de comienzo de curso. En el caso del Gobierno de España como bien explicaba la socióloga Belén Barreiro su principal problema en la percepción de los españoles estaba en «hacerlo bien cayendo mal», y de ahí los discursos de Pedro Sánchez sobre la empatía y la sensibilidad social en las últimas semanas, al mismo tiempo que Yolanda Díaz, la líder del espacio a la izquierda que le dejen libre de minas reclamaba más alma para el ejecutivo y más medidas felices.

Hemos pasado en no tantos meses de la imagen de un jefe al mando en plena crisis de la pandemia, cuando el presidente nos llamaba compatriotas desde las comparecencias de los sábados al mediodía, después de que interviniera el estado mayor, con minúsculas, a una política de cercanía. Hacerse cargo del estado de ánimo de todos nosotros a los que representas como uno más. Comprender su situación para cambiarla.

Juanma Moreno Bonilla, desde esta última campaña electoral «Juanma presidente» ha hecho de la proximidad una de sus fortalezas, una actitud afectuosa que consuela y anima como puso manifiesto en su discurso de toma de posesión en los exteriores de la sede del Gobierno andaluz. No solo hablamos de respeto a la ciudadanía, sino de ir un escalón más en ese déficit de representación de la política actual. El presidente Moreno Bonilla no se ha abonado al cuanto peor mejor de su jefe de filas que sigue anclado en un modelo pasado, ha entendido que la amabilidad es útil acompañada de capacidad de liderazgo y de mando en plaza, no es suavidad como tanto se le achaca, es persuasión. Está demostrado que es contagiosa, si vemos un acto amable, sonreímos, si alguien es amable solemos corresponderle. Todo comienza con el reconocimiento del poder del lenguaje para mejorar o empeorar cualquier asunto según cómo hagamos uso de él. El populismo de extrema derecha ha sido un interprete destacado de esa capacidad, aunque en algunos casos como en el de la candidata Olona llegó demasiado tarde y rayando el histrionismo. Giorgia Meloni, presidenta de la refundación del neofascismo italiano que la acompañó en un mitin en Marbella, reconoció haberse equivocado en el tono, en exceso apasionado y demasiado agresivo. Hasta ellos saben que no es tiempo para la furia, que la preocupación de los ciudadanos no se mitiga a base de exabruptos, que sigue siendo mejor la seducción que la imposición.

* Politóloga

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