Diario Córdoba

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ENTRE LÍNEAS

Juan M. Niza *

Personajetes de verano (I)

Oposiciones y zombis: hay que confiar en los sistemas de selección del personal público

El verano está hecho para las bicicletas, las canciones tontas, placeres acuáticos y de otros tipos y esos inesperados encuentros que tanto se han esperado. En esta época, en donde las malísimas noticias del telediario parecen una ‘musiquilla de fondo’ a las que apenas hacer caso entre el calor, el gazpacho y la cercana siesta, sin duda es el mejor momento para mirar las informaciones con otros ojos. Con esta filosofía me atrevo a analizar la actualidad veraniega no citando a personas sesudas, entendidas y expertas, sino a gilipollas, a auténticos imbéciles integrales de los que uno se cruza en la vida de vez en cuando y de los que, a pesar de todo, se puede obtener hasta alguna lección útil. No muchas, pero alguna sí.

Hagamos un experimento con unas noticias que están pasando desapercibidas pese a su importancia: el que las administraciones se estén quedando sin remplazo de trabajadores, que por fin la rígida normativa tras la crisis del 2008 permita las convocatorias para la función pública y las empresas municipales, autonómicas y estatales y que sea el empleo público el que esté tirando del carro en la lucha contra el paro.

Así, con media España que se ha llevado el temario de las oposiciones a la playa, comienzan a aparecer casos de impugnaciones de exámenes junto a quejas y denuncias de procesos de selección por irregularidades y enchufismo. La pregunta es: ¿Las convocatorias públicas de empleo están tan corruptas y son tan ineficaces como decían algunos hace años? Quiero pensar que se está registrando una avalancha de protestas e impugnaciones solo por pura ley de probabilidad, al aumentar proporcionalmente las convocatorias, no porque el sistema esté más o menos corrompido que antes.

Y en ello me baso por un cenutrio y una de las personas más desagradables que conocí en mi vida. No me acuerdo del nombre. Ni falta que hace. Fue hace una década en mi bar de guardia. El chavalote, alto y con voz potente, no dejaba que nadie metiera baza en la conversación, buscando humillar a cualquiera para sentirse mejor con sí mismo. Muy mala gente. Un engreído, maltratador y chulo al que solo le hacía falta algo de autoridad para machacar al prójimo y expandir su ego exponencialmente. Pese a su ignorancia, llegaba a convencer a más de uno de la inminencia de una invasión zombi y de que había que prepararse para ello. Se lo juro. ¡Creía en los muertos vivientes! Lo peor fue cuando me enteré que preparaba por segunda vez... ¡Oposiciones a la Policía Local! Ni un solo cordobés estaría seguro con semejante elemento no pensante, armado y peligroso ‘apatrullando’ las calles.

Pero, y esta fue la lección que aprendí, hay que confiar en los sistemas de selección del personal público. Según las últimas noticias que tengo a este individuo se lo cargaron otra vez en la prueba psicológica de las oposiciones a la Policía Local. Quizá en algún momento comentó lo necesario que es un certero disparo en la cabeza como medida preventiva contra zombis. «Inquietante», supongo que pensaría el examinador.

Así pues, tengamos fe en las oposiciones. Ciertamente, algún inepto entra y muchas personas valiosísimas se quedan fuera... Pero, al menos, piensen que no va a pasar el corte esa minoría de peligrosos incapaces dañinos.

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