Diario Córdoba

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Daniel Gascón

DELANTE DE TUS NARICES

Daniel Gascón

Las novelas de Boris Johnson

El protagonista de la única novela de Boris Johnson, Setenta y dos vírgenes, es un diputado que trata de detener un atentado para distraer de una investigación sobre sus tratos financieros con una tienda de lencería. Puede ser un ejemplo peculiar de lo que Jonás Trueba llama autobiografía a posteriori.

Boris Johnson hizo de la irresponsabilidad su forma de vida. Es algo que logró en el colegio, en la universidad, en su trabajo como periodista, en su desempeño como parlamentario y alcalde, como ministro de Exteriores y como primer ministro del Reino Unido. David Jiménez Torres ha acertado al señalar una de sus paradojas. Era un personaje frívolo, un festín de anécdotas: ser despedido por inventar una cita en un reportaje, publicar mentiras sobre Bruselas para irritar a los euroescépticos, tener hijos con mujeres que no eran su pareja y escribir columnas contra las madres solteras, que su página de Wikipedia dijera en la categoría número de hijos «al menos cinco» o que tuviera que desaparecer durante la crisis del covid para escribir una biografía de Shakespeare cuyo adelanto ya había cobrado. A la vez, ha sido un político importante, que ha ocupado un papel relevante en un momento decisivo: por su apoyo a la salida de la UE, su gran victoria electoral, la gestión desdeñosa de las reglas, populista y torpe del Brexit, el covid-19, la guerra de Ucrania (donde el apoyo de Johnson a los ucranianos ha sido más decidido que el de muchos dirigentes).

Camilla Cavendish ha escrito que «la constitución no escrita de Gran Bretaña y su confianza en el comportamiento caballeresco apenas han sobrevivido a este narcisista patológico». Chums, de Simon Kuper, ayuda a entender la «diminuta casta» que tomó el control del Partido Conservador. Una de sus características principales es que son un tipo de gente que no paga por sus actos: las reglas que se aplican a los demás no sirven para ellos. Pese a ese doble rasero, Johnson logró escaños en lugares de tradición obrera que parecían perdidos para los tories.

La comparación con Trump tiene límites: tenía una relación pasajera y superficial con la verdad, como ha escrito George Parker, pero aunque a los españoles nos cueste creerlo eso no es exclusivo de Trump. Tampoco la democracia británica parece estar tan desquiciada como la estadounidense. Pero, en todo caso, hay que tener cuidado cuando entra en política un periodista, y no digamos un filólogo clásico. La historia de Johnson podría inspirar una buena novela (idealmente escrita por un Martin Amis antes de su decadencia) y nos recuerda que la política suele ser mejor cuando es aburrida.

 ** Filólogo y escritor   @gascondaniel

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