Diario Córdoba

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José Antonio López García

Guerra, Pureza y fe

El paralelismo entre la fe y la guerra son dos variables que han estado estrechamente relacionadas. La pureza ha sido la motivación de las guerras, la causa de nuestras más sangrientas luchas, en donde los hombres han dado sus vidas para proteger las bases fundamentales de sus culturas. La Guerra de los Treinta Años, las Cruzadas, Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial... y Ucrania, son algunos de los casos en donde, el papel de la pureza y la fe como móviles del sujeto histórico, ha quedado claramente visibilizado .El pensamiento metafísico-religioso es inherente al ser humano, más allá de que este se encuentre o no adscrito a una religión, culto o secta. Como Aristóteles dijo que el hombre era un animal político, Schopenhauer dijo que era un animal metafísico, metafísico es nuestro propio pensamiento pues el distintivo de nuestra racionalidad reside en que la metafísica del pensamiento no niega lo físico, sino que excede sus límites para ampliarla, el científico asume la ciencia como su religión. La guerra tiene una dimensión metafísico-religiosa, en tanto que las convicciones morales, éticas y religiosas son, no solo el móvil de lucha, sino escudo ante la desesperanza, la frustración y la agonía.

En la historia de las religiones y de la teología como la ciencia de Dios, los estudios sobre la guerra han tenido singular importancia, la guerra sirve para avivar la fe en el pueblo: fomentar las virtudes cristianas del valor, la abnegación, el sacrificio y la caridad. La guerra, entonces, es vista como regeneración de los pueblos, que se recomponen moralmente a través del combate. El guerrero lucha por proteger la integridad de su nación; arremete contra el impuro enemigo. En Isaías 42:13-14, se lee lo siguiente: «El señor saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, consigna de batalla, y se esforzará sobre sus enemigos». En los Estados Unidos, el nacionalismo sigue teniendo una orientación religiosa, se observa una valoración positiva y reivindicadora de las virtudes sociales que son fortalecidas en la guerra. Los grupos económicos también son grupos religiosos e ideológicos, aunque esta relación no siempre sea explícita. Nuestro mundo se mueve con base en las motivaciones, en el guerrero hay una fe que se manifiesta en el combate, la fe que lo hace delirar y ver a Dios en la espada. Lo Nacional y religiosidad son dos cosas que se conectan, sin ignorar que, la religiosidad y el pensamiento metafísico son fenómenos que trascienden la misma pertenencia a una religión en particular (Álvarez-Bolado, A. (1995). Iglesia y guerra civil, 1936-1939. Madrid: U.P. Comillas). Vamos más allá: las guerras también son asuntos de profundo interés teológico y religioso, por lo tanto, aquellos que sobresalen en la batalla son dignos de grandes honores, y proclamar sus excelentes actos. Se da la paradoja de que el asesinato es reprensible como un acto de voluntad propia, un asesinato personal, pero matar a un enemigo en la batalla es tolerado y permitido. Mas Dios no es espada sino Amor.

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