Diario Córdoba

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Manuel Torres Aguilar.

MEMORIA DEL FUTURO

Manuel Torres Aguilar

OTAN, seguridad 360º y muertes en Nador

El Gobierno de España debería exigir a Marruecos que no enterrara a las víctimas sin identificarlas

Entre 1961 y 1989 en el muro de Berlín murieron 140 personas. En un solo día en la valla de Melilla han fallecido, según el gobierno de Marruecos, 23 personas, y según las organizaciones en defensa de los derechos humanos 37. La comparativa nos da una dimensión horrible de lo que ocurrió el día 25 de junio pasado.

Es complejo hacer un análisis obviando el dolor que provocan estas muertes acaecidas en la frontera de España -y la Unión Europea- en Melilla. Por supuesto que ahora lo que más debería preocupar al Gobierno de España sería exigir a Marruecos que no diera sepultura a las víctimas sin un proceso de identificación y esclarecimiento de las causas de estas muertes. Es evidente que no se debe proceder sin más a ocultar bajo tierra los cadáveres sin cumplir unos mínimos estándares de legalidad respetuosa con los derechos que toda víctima debe tener.

Al respecto debemos citar los tratados suscritos para la protección de las víctimas de las violaciones del Derecho penal internacional. Es evidente que aún no podemos determinar desde el punto de vista procesal esta calificación penal, pero los indicios de los que se disponen apuntan en esta dirección. Y, desde luego, si se lleva a cabo el enterramiento de las víctimas sin el más mínimo procedimiento forense entonces sí que debemos concluir que se trata de una violación de estas normas internacionales. Ello podría dar lugar a la activación de la competencia de la Corte Penal Internacional para dilucidar sobre una posible responsabilidad por omisión en el caso de España que sí ha suscrito el Tratado de Roma. Sin embargo, Marruecos solo tiene el estatuto de observador en dicho tratado, aunque el artículo 23 de su Constitución de 2011 establece que el genocidio y los demás crímenes contra la humanidad y las violaciones de los derechos humanos están castigados por la ley.

En todo caso, el Gobierno de España debe valorar, y esta es la gran paradoja, entre una defensa sin fisuras de los derechos humanos y la real politik de una complejísima relación diplomática con el Reino de Marruecos que ha gestionado con un resultado totalmente sangrante y desafortunado este nuevo asalto a nuestras fronteras.

Hay muchas preguntas sin respuesta. La primera incógnita que suscitan estos hechos es saber si realmente Marruecos no conocía esta aproximación hacia la frontera de un grupo tan numeroso de personas que avanzaban con el claro propósito de asaltar la valla. ¿No tuvo capacidad Marruecos de interceptarlos antes de llegar al punto crítico de la frontera? Parece difícil de creer. Es evidente que, si Marruecos hubiese controlado el movimiento de estas personas antes de que hubiesen llegado a la zona fronteriza, muy probablemente nadie hubiese tenido noticias de esa intervención. ¿Buscaba entonces Marruecos de nuevo una mayor repercusión pública, que luego ha escapado de su control, dejando acercarse a la frontera a un grupo de personas migrantes tan elevado? ¿De nuevo la presión sobre nuestras fronteras utilizando los sistemas híbridos de desestabilización? Y la gran interrogante si la respuesta es afirmativa, ¿qué podría perseguir ahora Marruecos con esta nueva presión migratoria?

Se podrá decir que sus fuerzas policiales han actuado para evitar el asalto a la valla, pero insisto, ¿por qué permitieron que se acercasen hasta el punto del asalto para luego masacrarlos?

Estos movimientos están, en la mayoría de los casos, organizados por mafias que trafican con los deseos desesperados de seres humanos por unas nefastas condiciones económicas, políticas y sociales, que son el resultado de un colonialismo que durante el siglo XX explotó sus recursos y construyó toda una serie de regímenes políticos fallidos.

Sin embargo, y precisamente por ello, es difícil creer que Marruecos, desde que entraron estos grupos en su territorio, desconociese sus movimientos en su propio país hasta llegar a Nador, donde incluso pasearon por sus calles en multitud.

Desde luego, esperar hasta que llegaron a la valla fue una decisión tan arriesgada que supuso el encajonamiento de estas personas, que al encaramarse sobre aquélla precipitaron su caída con el resultado del aplastamiento de muchos de estos seres humanos. Además, parece que se desató una represión tan violenta como violentas han sido las muertes incomprensibles de estos seres humanos indefensos.

Las casualidades ocurren, pero es demasiada casualidad que esto sucediese cuando faltaban cuatro días para el inicio de la Cumbre de la OTAN en Madrid. Por ello, hay que plantear también esta derivada por la coincidencia temporal de los hechos.

En esta reunión de Madrid el desafío más urgente que ha centrado las deliberaciones ha sido la guerra de Putin en Ucrania, sin olvidar, por supuesto, el reto que en los próximos años va a suponer la región indo-pacífico y el papel de China, a la que se ha dedicado una referencia, que en mi opinión era absolutamente innecesaria. Y lo más importante, la OTAN va a abandonar su papel de organización para la defensa colectiva de sus miembros en el espacio Euroatlántico, para convertirse en una organización de seguridad global. Aquí aparece el interés de España y otros países del mediterráneo para que se despliegue también una política de seguridad de la Alianza en el llamado «flanco sur», ante el peligro que suponen las dinámicas híbridas de desestabilización que proceden del Magreb y del Sahel. Es en este punto donde sorprende la coincidencia temporal de esta desmedida actuación de las fuerzas de seguridad marroquíes que ha saltado a las portadas de todos los periódicos e informativos mundiales. La falta de contundencia en las declaraciones de Sánchez que calificaron dicha actuación como eficaz, es de suponer, como ya ha reconocido, que se realizaron sin conocer con detalle la dimensión de la catástrofe. En todo caso, las conclusiones de la reunión de Madrid seguro que han tenido muy en cuenta unos hechos que les hacen merecedores de una política de seguridad que implique una desmovilización tanto de las mafias que juegan con la vida de las personas, como la de aquellos países que por acción u omisión han utilizado la desesperación de los migrantes como instrumento de su política en defensa de los propios intereses de su geoestrategia. A esta nueva dimensión de la OTAN se le ha denominado marco de seguridad 360º, en metafórica referencia a su papel global.

Si la actuación de Marruecos tenía otra intención, ahora ha actuado como un nuevo argumento en favor del llamado Concepto Estratégico de Madrid que incluye, ya sin ambages, la defensa de «la soberanía e integridad territorial» de todos los miembros de la Alianza, lo que por fin acabará con la exclusión de Melilla y Ceuta del ámbito de actuación de la OTAN. Ambas ciudades quedan dentro de lo que Jens Stoltenberg, secretario general de la Alianza, llama el compromiso de la defensa de «cada pulgada» del territorio de los países miembros. Desde luego, esto refuerza de modo exponencial el flanco sur en el que España es el primer interesado, puesto que históricamente las mayores amenazas externas a su seguridad provienen de la región norte de África.

Sentado esto, no podemos sin más olvidar lo que ha ocurrido. De inmediato se requiere exigir una investigación internacional sobre estos execrables atentados a los derechos humanos en los que, si España no tiene una responsabilidad directa, tiene al menos una responsabilidad in vigilando al fijar con Marruecos un control común de la frontera.

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