Diario Córdoba

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Casiana Muñoz Tuñón

Aprender para contar

Casiana Muñoz Tuñón

Grabar la huella de carbono en basalto

Podríamos quitar de la atmósfera el anhídrido carbónico, gas tóxico y, además, reduciríamos su volumen enormemente

El 31 de mayo de nuestro redondo año 2022 acabo de enterarme (se que debería decir me enteré, pero es que el asombro todavía no se me ha pasado) de que el dióxido de carbono puede convertirse en basalto. ¡Increíble!.

El dióxido de carbono, de fórmula CO2, es una molécula compuesta por dos átomos de oxígeno que se unen a uno de carbono. Es un gas tóxico que también era conocido en otros tiempos como anhídrido carbónico. El basalto es una piedra dura, negra y densa. Resulta de las entrañas de los volcanes.

¿Qué implica que el anhídrido carbónico se convirtiera en basalto? Pues, de entrada, que podríamos quitar de la atmósfera un gas tóxico y además, y ahí está la magia, que al convertir un gas en parte de una piedra densa, reducimos su volumen enormemente.

Tras enterarme me puse a guglear - nuevo verbo que me temo tenemos que adoptar - y encontré una reseña en 2016. «Investigadores han convertido dióxido de carbono en roca inyectando CO2 presurizado en estado liquido en piedra basáltica de volcán, y dejando que las reacciones químicas de la naturaleza hagan su trabajo». O sea, que el tema ya llevaba algún tiempo .

La reseña se refería a la investigación de un laboratorio americano (el Department of Energy’s Pacific Northwest National Laboratory (PNNL)) que a su vez se había apoyado en un experimento hecho un poco antes en Islandia. Volvemos a las islas volcánicas, como con el girotrón del que les hable en mi artículo del 1 de mayo. El departamento americano reprodujo el experimento en un laboratorio consiguiendo atrapar en un bloque de basalto 1.000 toneladas (un millón de kilos) de anhídrido carbónico líquido.

La pregunta era, ¿cuánto tiempo tardaría en producirse esa conversión del anhídrido carbónico en las condiciones que se dan en la naturaleza- no en un laboratorio - e hicieron el experimento usando flujos de lava a 900 metros de profundidad en la ciudad de Wallula en el estado de Washington? A esa profundidad, los minerales, incluyendo el calcio, hierro y magnesio, son componentes de la lava y ayudan a formar el basalto. Esos minerales no son estables y cuando entran en contacto con un medio más ácido, que se genera con al CO2 líquido que se inyecta, se disuelven y se mezclan con el carbónico y forman la «ankerita», similar a la piedad pómez, y se pegan al basalto. Y el experimento hecho en la naturaleza demostró que todo este proceso puede ser muy rápido. ¡Bingo!. ¿Solucionado el problema entonces?

Nos podemos deshacer del anhídrido carbónico de la atmósfera, que produce el efecto invernadero que, ya saben, es responsable del calentamiento global. Solo hace falta atraparlo, licuarlo y llevarlo cerca de un volcán. Bueno, ese «solo hace falta», cuesta mucho dinero. Atrapar y licuar un gas consume mucha energía y ya sabemos que nuestro mundo «desarrollado» gasta mucho y está continuamente buscando nuevas fuentes de energía. Deshacernos de la contaminación que producimos nos llevaría a gastar aún más.

Total, que el invento es precioso desde el punto de vista intelectual y tecnológico, pero, ademas de desarrollar esta tecnología tan fascinante, me temo que tenemos que seguir limitando la emisión de gases -la famosa huella de carbono-.

De la posibilidad de transformar el dióxido de carbono en basalto me enteré en unos seminarios organizados por la Embajada italiana en Suiza. Suiza ya está invirtiendo en convertir sus gases de efecto invernadero en basalto, llevándolo a Islandia. El proceso es muy costoso -Suiza puede pagarlo, pero muchos otros países no. La mayoría no-. Si se abarata el procedimiento podría ser la solución a uno de los grandes dilemas del mundo llamado «desarrollado», contaminamos mucho. Pero quizás, digo yo, lo sensato es controlarnos, contaminar menos y limpiar lo que ya hemos ido dejando en la atmósfera en los años pasados. No es solución pagar por contaminar gastando energía. Solo es una opinión. Aunque indudablemente «hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad», que diría don Hilarión. En absoluto quiero ser negativa: la ciencia nos abre un camino que debemos explorar y también debatir y criticar. Pero, no debe ser un argumento para «lavarnos las manos contaminando», y, mucho menos, a sentirnos buenos porque pagamos por deshacernos de la contaminación que producimos. Sigamos reflexionando.

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